sábado, 29 de noviembre de 2014

Lección de vida.

Viajaba ayer en el metro muy relajada, tratando de mirar sin ver- como dicen los maestros- sintiéndome muy satisfecha con mi capacidad de aceptar la vida tal como es, cuando a esta misma vida se le ocurrió poner a prueba la autenticidad de esta conformidad mía, y me colocó en el asiento de enfrente a un ser extraño que parecía hombre pero era mujer, de aproximadamente un metro treinta de estatura, con una cadera inmensa escondida bajo un abrigo negro de caballero, el pelo corto, las facciones duras, y unos pies que se balanceaban como los de un niño porque las piernas, al sentarse, no le llegaban al suelo. Lo miraba yo de reojo, con más pena que compasión, agradeciéndole a la existencia haberme concedido el aspecto que tengo, cuando, pasados apenas unos minutos, en el asiento contiguo al de este "individuo" se sentó una mujer tan atractiva que dedicaría yo el resto del viaje a observar con detenimiento cada detalle de su fisonomía. Medía más de un metro ochenta, los vaqueros comprimían un cuerpo esbelto de proporciones perfectas y de un gorrito de lana surgía una abundante melena rubia; los ojos verdes, los labios sensuales... ya no agradecía tanto mi suerte, ahora mucho más consciente que unos minutos antes, de mi "avanzada edad", jajaja... podía incluso decir que me sentía un poco miserable.
Aquellas dos mirando al frente y yo a varios miles de kilómetros de la inicial aceptación.
La fealdad y la belleza exhibiéndose ante mí, mostrándome la inconsistencia de mi "estar bien".
¡Gracias, vida, por recordarme que debo continuar riéndome de mí misma!

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lo inimaginable

Dicen (los que saben que no hay que saber) que el mundo es solo un producto de la imaginación, y que es tan poderosa la intención de mantener lo creado, que cada día, tras el sueño profundo, todo reaparece ante nuestros ojos como si nunca hubiera dejado de estar ahí, a pesar de ser tan solo un recuerdo grabado en la memoria.
Una vez que en mi mente se introdujo la idea de aceptar este hecho, no me quedó más remedio que investigar de qué manera actuaba la Conciencia para mantener la trama del sueño y al mismo tiempo existir sin color ni forma, sin espacio ni tiempo.
Descubrí que la Conciencia crea y destruye, para volver a crear. Crea universos, ideas y silencios, o permanece en reposo sin añorar el movimiento.
¿Cómo seguir siendo una persona sabiendo que todo es un simple sueño?
El personaje que escribe estas líneas continúa su historia basada en el condicionamiento de ideas y acciones previas, mientras yo me introduzco por una grieta entre pensamiento y pensamiento y me sorprendo al encontrarme con el otro lado de la tela de esta existencia, donde uno puede gozar de la libertad de ser la inspiración profunda previa a un orgasmo, cargada de añoranza, o en el interior de un retrato colgado en la pared de un museo, una excelente pincelada de color blanco en el ojo del antepasado de un rey.
Desenmascarada la impostora, puedo revolotear por encima de la razonabilidad. Ya fui razonable varias décadas. Sin razón no sería persona y eso es precisamente lo que quiero. Prefiero ser musa antes que gran literato. Prefiero ser tinta indeleble en un manuscrito de alquimia antes que mujer formal.
Desde no sé donde, llegó un permiso para poder ser yo. Ponerme muy seria cuando la ocasión lo requiera... casi que ya no.
Sin fronteras definidas, puedo entrar y salir a mi antojo, del dolor, el escepticismo o la incertidumbre.
Ahora soy rana en el sueño de la bella Paola o confidente de una hermosa criatura llamada Marta.
Exploro el aquí que parecía más allá y todos los cuentos jamás contados se cuelan de sopetón en el ahora mismo, para que yo sonría.
Cuando las cosas se ponen feas, me convierto en la fealdad que sabe por qué ha venido.
La energía potencial y mi espíritu juegan al escondite inglés. Una cuenta y el otro avanza.
Me voy a hacer la comida.








martes, 4 de noviembre de 2014

MI AMIGA LA VIDA

Me gusta jugar con la vida. A su lado, me refiero, porque ella se divierte todo el tiempo y uno puede entrar en el juego que de continuo propone o permanecer fuera, en el interior de la mente, en un laberinto de pensamientos, a solas con el infeliz que todos llevamos dentro.
Mi ser infeliz es gris, denso, monótono, cansino... pero, en la actualidad, nada operativo.
Se pone muy serio, expone una serie de argumentos, convincentes- según él- por los cuales yo debería estar preocupada, deprimida, asustada, en alerta... yo le escucho porque si no, se revuelve rabioso contra mí- enfadado es terrible- así que le escucho, como decía, y de inmediato, borro sin miramientos el contenido de su discurso y reinicio mi actividad mental. Sin él, el dolor es una experiencia estimulante, el sufrimiento ajeno, una oportunidad para entrenar la compasión infinita, los problemas, ensayos de aceptación, las pérdidas, ocasiones para ejercitar el desapego.
Sentada frente a mi pareja, en una cafetería, jugando a perturbar la realidad, le pregunto:
-Si fueras un violín dentro de una funda, ¿dónde te gustaría que te colocasen en el interior de una casa?
Él, acostumbrado a mis peculiares pasatiempos, responde:
-Encima de un piano, para que cuando alguien lo tocara, vibraran también mis cuerdas y me sintiera vivo.
-Si fueras una hormiga y te concedieran convertirte en otra cosa, ¿qué serías?
-Un cuidador de hormigas, que protegiera al resto...
Me emocionan sus respuestas. Seguimos jugando los dos durante un rato y en ese tiempo sin tiempo, detenido el devenir de los acontecimientos, mi amiga la vida se sienta con nosotros.

martes, 28 de octubre de 2014

El fluir de la existencia.

-Si no te escribo, no sé como calmarme. Es como si en mi interior hubiera rayos que explotasen en una tormenta gigantesca. Siento un enfado tremendo, cada vez que aparece un hombre que me gusta y quiero que la relación fluya y llegar a conocernos, siempre ocurre que acaba yéndose. ¿Por qué, sin embargo, los que menos me gustan se quedan y llaman todos los días? Esta parte de mi vida me frustra. Siento una profunda decepción por cómo se desarrollan mis relaciones. ¿Es tanto lo que pido? Yo lo veo muy simple, ¿qué creencia me limita?
-El bloqueo energético en relación al fluir de tus relaciones con los hombres está interconectado con tu nacimiento, tu infancia, la infancia de tus padres, la de tus abuelos, tus bisabuelos... el movimiento de los Planetas, las mareas, el subsuelo del Tíbet, Las vidrieras de las catedrales, la inteligencia de los delfines, la visión de un águila, el sonido de un violonchelo, el hijo que tendrás un día, la calidez del útero de tu madre, el silencio del amanecer... todo interpenetrado por todo, todo moviéndose al unísono... No hay absolutamente nada que puedas hacer para modificar el exterior. Lo único a lo que tienes acceso es a sintonizar tu intención con un sentimiento de paz. Cuando lo que quieres "encaje" con todo lo demás, lo experimentarás.

sábado, 25 de octubre de 2014

El juego de la conciencia

Estoy en el trabajo, en un claustro, durante el cual la directora nos cuenta la Programación general anual. Llevo una hora escuchándola, intercambiando algún que otro comentario con mi amiga Pilar, sentada a mi lado, y leyendo en el móvil un mail sobre la nueva concepción del universo (mi tema preferido en los últimos tiempos) que me había enviado a mí misma en previsión del esperado interminable discurso de la dirección.
Me encontraba en un estado de casi beatitud después de leer las siguientes frases: "Cada punto del cerebro humano está conectado por medio de la "espuma cuántica" con todos los demás puntos del universo. No existe la materia, solo existe la interferencia constructiva del universo interpenetrante. Tras una silla aparentemente sólida, se esconde el superholograma de un torbellino de ondas/partículas".
Todos éramos "uno" en ese salón de actos, las sillas: superhologramas, el suelo vibrando, mis compañeros: un conjunto de células trabajando en cooperación y armonía... Pilar me hace un comentario, yo le respondo, y entonces, una mujer sentada delante, se vuelve hacia nosotras y exclama enfurecida: "Ya está bien de hablar, no soy capaz de oír nada por vuestra culpa..." nos miramos atónitas, puede que fuera esta la vez que menos habíamos hablado en los veintiséis años que llevamos juntas en ese instituto, soportando claustro tras claustro... pero si no estamos hablando, replicamos...¿Queeee? que no habláis, pero si no habéis callado ni un minuto... Es una chica joven, la encolerizada, debe ser nueva porque no la conozco. Pilar y yo nos miramos riendónos sin hacer ruído y decidimos no volver a pronunciar una palabra. Me quedo observando desde atrás a esa mujer y decido que es idiota.
Placidez, serenidad, ¿Dónde os habéis ido?
Investigo en mi estado interno y observo a una niña que ha sido regañada y quiere vengarse, porque la persona sentada a la izquierda de la interfecta le hace un comentario y yo estoy deseando que ésta responda para lanzarme sobre ella y pedirle que se calle.
Una vez que me doy cuenta del juego de mi ego herido, retorno a mi lectura:
"De un gran Vacío primordial, brotan en un proceso increíblemente complejo y hermoso, todas las formas que existen. Las piedras y las estrellas son meras ondulaciones en la nada"... la de delante sería por lo tanto una mera ondulación, lo mismo que mi rabia.
Algunas de estas ondas me gustan y otras no. Es el juego de esta vida que aunque no se comprenda, va a seguir desplegando su peculiar diseño. Y yo sé que siempre que me rindo y acepto, el gran Vacío primordial sonríe.

lunes, 20 de octubre de 2014

LA RISA

Cuando murió mi perrita, le quedó muy claro a todo el mundo que yo nunca, bajo ningún concepto, volvería a tener un perro en casa.
Mi hijo Pablo ha roto con su novia y esta semana, por motivos de trabajo, no podía hacerse cargo de su "pastor australiano", por lo que no he tenido más remedio que reconsiderar mi tajante (y por lo visto modificable) decisión y ocuparme de este ser que añade un poquito más de estrés a mi ya ajetreada vida.
Le he puesto el pienso, le he sacado de paseo, he hecho unas cien cosas más, entre otras atender a mi madre -para lo cual necesito grandes dosis de aceptación y paciencia, no siempre disponibles en el catálogo de mis emociones- y sintiéndome muy satisfecha de mi buena disposición, no he sido consciente del tono nada conciliador con el que he recibido a mi pareja en la cocina, por lo que este hombre, después de escucharme, ha exclamado en voz alta: "Buenos días, Vietnam"
Me he quedado mirándole y me ha dado un ataque de risa.
Nos hemos reído los dos un rato y ha añadido: "Me encanta haberte hecho reír"
A continuación, ya sin prisa, y con una sensación de agradecimiento por la existencia, uso y disfrute del sentido del humor, he ayudado a mi madre a ponerse bien el jersey, que lo llevaba al revés, mientras ella exclamaba: "cuánto tienes que trabajar por mi culpa" y yo, con el talante renovado por tanta risa, he añadido: "no te imaginas, mamá, lo enormemente agradecida que tengo que estar yo, por todo lo que tú trabajaste por mí y por mis hijos", ella emocionada, ha dicho entonces: "Qué Dios te bendiga, hija, por ser tan buena conmigo"…
!Ay, qué buen comienzo de día!
En cierta ocasión tuve que responder a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la cualidad que más admiras en un hombre?
sin dudarlo, respondí: "El sentido del humor"

viernes, 10 de octubre de 2014

El bien es silencioso

Los científicos han demostrado que en un estado de serenidad, la presión arterial disminuye, la mente se relaja y aumenta la efectividad del sistema inmunológico.
Sin embargo, la indignación que se genera como consecuencia de los actos de otras personas, por acontecimientos ajenos a uno mismo, si no se controla de manera adecuada, produce un incremento notable del estrés, que tiene como consecuencia una deficiente respuesta frente al desafío de bacterias y virus invasores.
Es decir, existen más posibilidades de enfermar, después de que un estado previo de una justa indignación, se haya convertido en ira.
Las hormonas que se liberan con el estrés que provoca la ira: adrenalina, noradrenalina y cortisol- entre otras- obstaculizan la función de las células inmunológicas (Goleman, 1996).
La indignación, como reacción espontánea, puede derivar desde la ecuanimidad y la serenidad, en el motor predominante de la acción y el pensamiento.
El bien es silencioso, maneja hilos invisibles.





viernes, 3 de octubre de 2014

Escucha nada empática

En relación al escrito anterior, una antigua alumna me pregunta lo que puse en la pizarra respecto a los puntos a tener en cuenta cuando se realiza una escucha empática (metodología desarrollada por el psicólogo estadounidense, Carl Rogers)
Escribí lo siguiente:
-No interrumpir.
-No pensar en el propio caso.
-No sacar conclusiones.
-No aconsejar.
-No juzgar.

Conozco muy bien la teoría, practico con asiduidad el escuchar poniéndome en el lugar del otro, imaginando lo que siente, tratando de concederle el espacio y el tiempo necesarios para que sea capaz de expresarse con confianza. Suelo lograr que la otra persona se sienta realmente escuchada. Sería fantástico poder decir que he conseguido ser una empática escuchadora, si no fuera porque cuando es mi pareja quién está enfrente, lo que hago es juzgarle, interrumpirle y a continuación aconsejarle, jajaja...


sábado, 27 de septiembre de 2014

ESCUCHA EMPÁTICA

Ayer por la tarde, a las ocho, después de cinco horas de clase con los mismos alumnos, les propuse una práctica de escucha empática. Escribí en la pizarra lo que había que tener en cuenta a la hora de realizar dicho tipo de escucha y se colocaron por parejas. Teníamos la puerta abierta porque hacía mucho calor. Eran impares, por lo que yo participé de la práctica, colocándome frente a una alumna.
Durante unos minutos, uno de los miembros de la pareja tenía que contar una experiencia personal que tuviera cierto interés. Pasado ese tiempo, hablaría la otra persona y el otro tendría que escuchar. Di la señal, y empezó el ejercicio.
Yo estaba de espaldas a la entrada del aula, oí reír a los alumnos, me giré y vi que las dos señoras de la limpieza- que habían preguntado qué estábamos haciendo- tras dejar aparcado el carrito con los enseres de su trabajo, se habían colocado en el quicio de la puerta para poder leer lo que yo había escrito, y mirándose de frente, muy serias, estaban escuchándose la una a la otra, con mucha atención. Oí que una de ellas decía: "Lo estás haciendo mal, no me tienes que interrumpir, que lo pone en la pizarra…"

sábado, 20 de septiembre de 2014

Lo que en realidad yo soy y tú eres...

Hay un autor de un interesante libro que se denomina a sí mismo: "la cosa David", tratando de poner de manifiesto que después de una drámatica experiencia de contacto con la muerte, él desapareció como individuo, pasando a experimentarse como un "algo" imposible de describir con palabras.
Imitando su peculiar modo de definirse- ya que no se me ocurre algo más original- pasó a continuación a hablar de mí, en los mismos términos:
La "cosa Nieves" está muy intrigada por ese algo en lo que se convirtió David; siempre pensó que debía haber algo más que ella misma, como cosa.
La "cosa Nieves" ha nacido, ha crecido y se ha reproducido. Restaría solo lo del morir. Y de aquí a la llegada de tan intrigante final, he pensado que una buena manera de pasar el tiempo sería dedicarme a indagar en ese algo en lo que se transformó David, ya que la descripción que hace en la actualidad, de sí mismo, resulta ciertamente atrayente: "Todo, hasta la cosa más pequeña es tu propia y verdadera naturaleza, pura Conciencia, puro Amor, perfecta Belleza y Bienaventuranza, Vertiéndose como sí misma en sí misma".
Dicen que en ese puro Amor estamos incluidos todos y todo. No hay ninguna otra idea que me resulta más estimulante.
Los Físicos ya lo saben. Yo investigo con gran interés.
Y mientras tanto, la vida continúa. Vertiéndome a mí misma, me voy a dar un paseo con mi madre, jajaja…

"Raramente oímos la música interna, a pesar de lo cual todos danzamos a su ritmo" (Rumi)

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Juega el agua?

El mar me ha mojado, como era de esperar, pero además me ha zarandeado, atragantado, estimulado y desconcertado.
El desconcierto se debió a cierta constatación que llevó a cabo esta mente que transporto, tan ávida de sorpresas. Concluí que dejar de jugar es, en verdad, una forma de suicidio.
Me hallaba dispuesta a observar a una familia a punto de entrar en el agua, una pareja y su hijo, de unos ocho años. Los mayores comenzaron nadando unos segundos, alejándose de la orilla, mientras el niño permanecía cerca de la misma, probando a nadar y a ponerse de pie, tanteando las posibilidades de movimiento. Después de una breve práctica de natación, los padres se acercaron el uno al otro y muy serios, comenzaron una de esas interminables charlas que mantienen algunas personas en el mar, en posición erguida con pequeños movimientos de brazos y piernas, mientras su hijo hacía ya rato que se dedicaba a golpear el agua con los brazos, a hacer el muerto, el pino, a contorsionar su cuerpo, a hacer giros imposibles, a batallar con las olas, a meter y sacar la cabeza cien veces seguidas, a sacar el culo en pompa, a sumergir el cuerpo entero y sacar solo los pies, a tumbarse boca abajo muy quieto, a extraer una piedra del fondo, a observar un alga con detenimiento, a dar pequeños golpecitos con las manos como acariciando el agua, a gritar y soplar bajo la superficie...
Salieron los padres, ella a tostarse al sol, él a leer el periódico. El niño, desde la orilla:
-¡Papá, báñate conmigo!
El padre, atento y amoroso, cogió la colchoneta y se fue con su hijo.
La colchoneta subía y bajaba, con el niño encima. Hablaban el padre y el hijo. El niño jugaba escondiendo la cabeza bajo las olas. El padre se aburría y acabó saliendo a sentarse bajo la sombrilla. La madre se tostaba, ahora boca abajo.
Yo no me tuesto ni leo, pero tampoco juego como me gustaría jugar si pudiera recordar cómo se hacía aquello de dejarte llevar, sin pensamientos, por ese agua, que sin duda se da cuenta, con gran alborozo, de que eres uno de los pocos seres humanos que no parecen estar muertos, y se dispone entonces a participar del pasatiempo, esmerándose en hacerte flotar, te abraza, te mece, te lleva y te trae, y se divierte, feliz de estar en tu compañía.
No se jugaba en clase, ni en misa, ni en casa si mi padre estaba serio.
Dejé de jugar tanto rato, que al rato siguiente ya no volví a hacerlo.
Un niño de ocho años me ha recordado lo que nunca olvidé, por eso te lo cuento.
He probado a entrar en el agua dejando a mi mente tumbada en la toalla.
Hay mucha vida disponible para mí, en la "no mente".
No se trata de volverse idiota. Por el contrario, hay que ser muy listo para aprender cuanto antes el lenguaje de todo posible compañero de juego, sea agua, o piedra o silencio.
De pequeña jugaba con los gajos de una mandarina, me los iba comiendo y el juego, sin remedio, terminaba. Ahora estoy jugando con palabras. Las voy colocando una detrás de otra, a veces se confunden y salen cuando no les toca, otras se empeñan en ser un sinónimo, muchas en terminar en "mente", cosa que yo no les permito,, unas quieren existir y otras se borran, algunas quieren rimar con la anterior o con la siguiente, a unas les gusta empezar con mayúscula, otras no soportan que las escriba sin tilde ... también este juego va a finalizar, pero dará comienzo el siguiente... No quiero vivir suicidada, por lo tanto no me queda más remedio que seguir jugando.





lunes, 9 de junio de 2014

Celebración

No estaba invitada a la fiesta. Aún así se presentó acompañando a su marido y a su hija.
Cuando llegó nos miramos de arriba abajo, con cierto disimulo.
Por esta mujer mi familia dejó de serlo para convertirse en un grupo de tres almas a la deriva.
Ella eligió al hombre que resultaba ser el padre de mis dos hijos, y en el nuevo orden que ambos establecieron, sobraba yo.
Ahora, unos años después, nos sentamos una al lado de la otra en el jardín de mi casa.
No hay pasado en mi mente. No hay emociones tratando de arruinar este momento.
Su niña apoya la cabeza en el hombro de mi hijo.
Creí ser nada sin él y resultó que en su ausencia, entre llanto y llanto, fui sumando identidad a mi persona y la que hoy se sienta al lado de su mujer es más valiente, y puede que también más generosa.
-¿Qué estamos celebrando?- pregunta él.
No hay un motivo en concreto- le respondo.
Sería muy largo de contar el tremendo viaje que realicé yo desde el infierno de la soledad hasta este preciso instante. Se esfumaron el dolor y la nostalgia.
No porque le sustituyera a él, más bien porque reemplacé a la víctima que fui por otra que es capaz de apreciar y aceptar la vida tal como es.
Esta misma vida fue la que me enseñó a sentirme digna.

jueves, 5 de junio de 2014

Cuando medía menos de un metro...

Se me ocurre recordar que cuando medía noventa centímetros el mundo de arriba, el de las personas más altas, se me antojaba perfecto.
Le pido a la niña de entonces que me cuente cómo era aquél mirar y ella- que andaba por aquí- complaciente expone:
Todo ocurre, no hay nada que se quede sin ser. Todo está sin estrenar porque no conozco la palabra usado.
No tengo nada que hacer pero nunca me detengo porque es divertido moverse. Me duermo pero no sé que estoy dormida por eso cuando me despierto sigo soñando. No sé que no sé bailar y bailo como me da la gana. Hay suelo todo el tiempo, me tumbo en él, las pelusas ruedan, cuando las cojo con los dedos son suaves. No sé que creceré algún día, ni siquiera sé que existe el tiempo, para jugar no necesito nada más que lo que tengo.
Me escondo debajo de la cama para no ver nada cuando me canso de mirar. Si voy al espejo veo lo que veo y si no voy no está lo que no estoy viendo. Voy con el hambre corriendo a comer. Primero hay niebla y después me duermo.
No conozco el significado de nunca y siempre, todo está y cuando no está no me acuerdo.

miércoles, 4 de junio de 2014

Nunca volveré a ser joven para siempre...

Las canas se empecinan en entremezclarse con mi pelo. Comienza la cuenta atrás. Ya nunca volveré a ser joven para siempre, jaja... Mi juventud duró bastante, me dio tiempo a hacer las suficientes estupideces como para dar por terminado el ciclo: fumé demasiado y sin ganas la mayoría de las veces, bebí presa del desánimo y el alcohol no supo crearme un nuevo carácter, vestí minifaldas imposibles y tacones insufribles sin lograr perder el zapato que me convertiría en princesa, me tosté al sol, vuelta y vuelta, imité el peinado de otras soportando un flequillo que me producía urticaria, no fui feliz ni un solo día pero jugué a que sí, no quise realmente a nadie y menos a mí persona y en un momento dado al darme cuenta creo que lloré arrepentida porque me había prometido ser feliz y al final no cumplí tal promesa, ocurrió que pasé de largo por mi juventud sin tenerme en cuenta y me encontré sin más instalada en la edad adulta, sin tener que simular ni parecer, ¡qué maravilla el cambio de tercio! ya solo me resta recuperar la alegría que perdí en el transcurso de la mocedad y una vez transformado el talante no volver a mirar hacia atrás no vaya a ser que me dé por inyectarme bótox y tratar de aparentar aquellos treinta que tan infeliz me hicieron cuando pensaba que el sufrir era parte de mi encanto.

domingo, 25 de mayo de 2014

Prefiero soñar a estar despierta

Protagonicé cada una de las escenas de mi vida a pesar de no ser muy buena actriz y aunque en muchas ocasiones me hubiera gustado abandonar el escenario, seguí representando los papeles que me correspondieron, siempre con cierto pundonor.
La joven insensata que ansiaba un bronceado que la convirtiera en una mujer de raza casi negra con el propósito de llamar la atención, dio paso con los años a una mujer introspectiva, vegetariana y algo fundamentalista cuya motivación principal seguía siendo no ser bajo ningún concepto un personaje del montón.
Dado que tal exotismo requería de dosis masivas de melanina en el primer caso y de una férrea disciplina en el segundo, decidí buscar la manera de ser realmente yo sin artificios.
Me he estado observando con especial atención los últimos diez años. Ahora sé de mí mucho menos que al principio.
Lo único que sé es que voy cumpliendo años sin querer hacerlo: ¡Qué bien envejece un árbol y qué mal mi cuello! Sé que me gusta más estar con los ojos cerrados que tenerlos abiertos. Prefiero soñar a estar despierta.
También sé que me emociona que existan ciertos sonidos sagrados, se cuelan a través de mi piel y algo baila aquí dentro. Sé que le gusto a la Conciencia, lo sé porque siento que ésta me aplaude cuando manifiesto mi lozanía.
Con esto que sé de mí ya es más que suficiente. El vivir prosigue, voy caminando a su lado embelesada, me va contando historias y ninguna es la mía.

viernes, 23 de mayo de 2014

Paciencia infinita

A veces me dan ganas de deprimirme un rato y fumarme un cigarro, y eso que hace veinte años que dejé el tabaco.
Es cuando en compañía de alguien mis neuronas se confabulan para crear pensamientos deprimentes que según esta amiga mía que hace un momento tenía al lado- que está ya deprimida- no pueden evitarse, a lo que yo le replico que lo que sí puedes hacer es no involucrarte en ellos y ella responde entonces que eso es imposible porque somos un títere en manos de la Conciencia y yo le digo que tendrá razón con toda seguridad pero que ese pensamiento provoca otra cascada de ideas indeseables y que yo casi prefiero reirme incluso sin ganas y ella argumenta que para mí debe ser fácil banalizar la pena pero que ella es incapaz de ver el lado amable de nada, yo respondo que visto así mi postura parece egoísta y superficial pero que mi intención no era subestimar su sufrimiento, ella comenta que ya sabe que mi intención es buena pero que su caso no tiene solución, que solo espera que llegue un estado de Gracia si es que tiene que llegar pero sin que ella tenga que hacer nada en absoluto porque se siente incapaz de hacer un solo esfuerzo más por estar bien, está harta de estar sola, de no tener pareja, de no tener trabajo, de los políticos corruptos, yo comento entonces que solo tiene que observar cuál es su actitud para darse cuenta de los resultados que está obteniendo en su vida, ella insiste en que la actitud no es modificable, viene de serie, es lo que a uno le toca, bueno, aún así- añado yo- no pierdes nada por elaborar ciertos pensamientos estimulantes mientras esperas que descienda la Gracia, dice entonces que no tiene ganas y yo insisto en que se empieza sin ganas y poco a poco se va creando la energía necesaria para continuar, ella se mantiene en su postura de deambular por esta vida renegando de todo hasta que ocurra un milagro... Tras una hora más de tira y afloja: ¡Ay, que agotamiento!- exclamo yo, ella dice que sí, que no le extraña que yo esté agotada, que es un caso perdido, yo comento que no es un caso perdido, solo cree que es un caso perdido que es algo muy distinto y ella añade que no piensa tratar de dar ningún giro a sus expresiones, y yo le comento que eso es una "no acción" intencionada que ya es en sí misma una forma de hacer algo con su correspondiente gasto de energía, ella admite que es verdad, que es muy difícil la no acción verdadera, y añade que mejor lo llama: limitarme a ver que pasa, yo comento que se limite a ver que pasa con cierto optimismo y ella ya tan agotada como yo- supongo- añade para terminar: menos mal que existen seres insistentes y positivos, gracias bonita- le respondo yo, seguiré insistiendo hasta el fin de los tiempos, jaja... y por cierto, ¿cómo te sentirías si ahora mismo estuvieras con un hombre estupendo?, ¿que me gustara?- pregunta ella- sí, sí, que te gustara mucho, ¡ah! pues creo que me sentiría muchísimo mejor, entonces deberías poner toda tu atención en crear una relación nueva y estimulante, no insistas Nieves, no soy capaz, te recuerdo que voy a seguir insistiendo, ya, te escucharé pero no haré nada...
jajaja... están poniendo a prueba mi paciencia...

jueves, 15 de mayo de 2014

Recuerdos...

Recuerdo haber entrado sobrecogida y expectante a mi primera clase de ballet a los seis años, cuando el enorme espejo de la pared lo único que podía reflejar era mi entusiasmo.
Recuerdo medir muy poco, pesar aún menos y saber amar sin saber restar.
Recuerdo que no tener recuerdos requería renovar el asombro a cada instante.
Recuerdo mis ojos observando complacida a una pequeña criatura de pelo ondulado que aún no era consciente de ser yo.
Recuerdo caminar bronceada y feliz por playas desiertas disfrutando de mi absoluta presencia.
Recuerdo una noche en el desierto de Coahuila presintiendo a Dios entre las dunas y un húmedo silencio.
Recuerdo haber formado parte de un Todo unificado en el que sin duda estabas tú.
No recuerdo cuando comencé a recordar, en realidad no importa, estreno vida en este preciso instante y de todo lo que fui solo me quedo con una especial disposición para indagar en lo no manifiesto porque de ese lugar obtengo la materia prima de mi alegría.

lunes, 12 de mayo de 2014

El abrazo de la conciencia

Estás sufriendo un ataque de ansiedad y en cinco minutos tienes que entrar en la Universidad a hacer un examen.
Me llamas y me cuentas que estás a punto de sufrir un infarto o algo parecido, que tienes miedo de entrar al examen y ponerte a gritar, y yo que no dispongo de tiempo para tonterías, paso de rodeos y te digo directamente: "Hay un campo de fuerza que nos mantiene a ti y a mí con vida, así como a toda criatura viviente, esa energía llamada conciencia está a tu servicio no en tu contra, solo tienes que pedirle que acuda en tu ayuda, respira de forma consciente y pausada, enlentece tus movimientos y espera a que esa energía se manifieste como una protectora presencia. Sonríele a ese poder que genera el latido de tu corazón. Acepta su abrazo."
Al cabo de unas horas me escribes un WhatssApp:
-Acabo de salir del examen, estoy agotada pero no me ha dado ningún infarto. Le he pedido por favor a la conciencia que me acompañara y he conseguido tranquilizarme. No he gritado ni nada parecido, jaja...
Muchas gracias por estar ahí.
-Gracias a ti por comprender y actuar con inteligencia.

Ya no hay tiempo para ser la que debería ser.
Soy la que soy.
He colocado un buda en el jardín para que nunca se me olvide que en mi mundo interno hay una paz inconmensurable que puede ser compartida con todo aquél que anhele sentirse bien por dentro.

martes, 6 de mayo de 2014

TODO EMANA DE TI

-Hola flor, ¿sabes que parte podrida de mí atrae siempre la maldad?
-La parte de maga-hechicera que hay en ti debe aprender a canalizar su poder para que no crea Lucifer que ha sido invitado a la fiesta, jaja...
-Jajaja... maldito Lucifer. La maldad está en las mujeres principalmente, jaja... Lucifer debe ser mujer.
-¡Será misógeno el muy hijo de su madre!... por cierto, ¿quién será su madre?
-Hijo de...¿quién será, será...?, Es real que la gente tiene una energía superdestructiva.
-Como bien dijiste antes eres tú quien la atrae. Esa parte oscura de ti permanece en la sombra, habría que enfocar la luz hacia allí.
-Ufff¡¡¡ ¿Cómo enfoco esa luz?, ¿qué tengo que hacer?
-La luz existe, la compartes conmigo. Solo hay que dirigirla hacia ti.
-Tú me quieres, no me cuesta enfocarte.
-Haz lo mismo contigo. ¿O es que no te quieres?
-Creo que sí pero debe ser que no.
-Ser bruja mil vidas seguidas es agotador. Cambia de tercio.
-No sé qué pedirme, ser buena a secas me aburre.
-Sé buena e inmensamente generosa.
-¿Generosa con quien no lo merece?
-Generosa contigo dándote motivos para estar siempre satisfecha.
-Creo que no lo acepto.
-Así es, no te amas lo suficiente.
-¿Todo depende de mí?
-Todo emana de ti.
-Y vuelve después emponzoñado o brillante.
-Según la intención que motivó la emanación, jaja...
-¿No es aburrido estar siempre satisfecha?
-¿Te divierte sufrir?
-Quiero sentirme viva.
-Cada acto de amor genera vida.
-¿También con quien no lo merece?
-Eres tú quien crees que no merece, por eso te rodeas de no merecedores.
-¿Tú también atraías la maldad de los demás?
-No, yo solo me odiaba a mí misma.
-Entonces yo me odio a mí y al resto. Y todo emana de mí...
-Haz las paces contigo.
-Lucifer, no volverás a ser invitado a mi casa, jaja... pero no sé si me gustaría invitar a Teresa de Calcuta.
-No invites a nadie. Decía Séneca que la soledad no es estar solo, es estar vacío.
-Me llenaré de... ¿dudas? jaja... no, en serio, voy a enfocarme la dichosa luz. ¿Dejarán de odiarme entonces?
-Dejarás de odiarlos tú.
-Siempre empiezan ellos.
-No, todo emana de ti.
-Ainsss¡¡¡¡







lunes, 5 de mayo de 2014

La voz

Un tren muy cómodo, me están esperando, no hay alegría, me importa pero no lo tengo en cuenta, y empieza la danza: hablar en público cuando nadie te está escuchando, el mundo ajeno a tu discurso te observa como mono de feria, me desgañito tratando de llegar con mi voz hasta el fondo de un espacio que no ha sido diseñado para que yo hable, compito con una mujer que sale en televisión y con un ratón llamado Gerónimo Stilton, el héroe actual de los niños, aún así trato de hacerme oír, necesito mostarles lo que sé que necesitan saber, pero no es el lugar ni el momento, ¿por qué estoy allí? nadie me paga por hacer esto, es una prueba de guerrero (de guerrera) lloraría pero no me da la gana,... "Sé humilde, acepta"- exclama una voz en el interior de mí misma- está bien, acepto con humildad ser menos que nada, y continúa el viaje, de nuevo micrófono en mano trato de hacerme escuchar otra vez, en otra ciudad, en otro espacio de semejante apariencia, la gente pasa de largo, y yo trato con mi voz de echarles el lazo y hacer que se sienten, hablando esta vez desde el corazón, les cuento cómo generar entusiasmo, el mismo que he de generar yo para poder continuar casi gritando mientras los altavoces de la feria del libro de Valencia compiten con mi garganta a ver cuál de los dos consigue llevarse el gato al agua... observo a varias personas con cara de alegría, ¿la oradora motivacional está consiguiendo motivar? vendemos eso sí pocos libros, mi editor a pesar de todo sonríe (como hace siempre) nos divertimos más tarde los dos comiendo unos bocadillos, muy cómodo el tren de vuelta, ¿dónde he estado?: en el interior de mí misma. Al día siguiente imparto seis horas de clase sin emitir ni una sola palabra, me duele tanto la garganta que decido no hablar. Escribo en el ordenador y los alumnos miran la pantalla. Bromeo con ellos, incluso. Sin voz mi comunicación es otra. Decido que lo importante siempre es mi actitud interna, hable o no hable.
Tres días de intenso aprendizaje. Gracias vida.

viernes, 2 de mayo de 2014

A los tres años todos brillábamos

Decía Mandela: "...Y cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente le damos permiso a los demás para que hagan lo mismo".
A los tres años todos brillábamos. Decía un niño de esa edad: "Quiero dormir con los ojos abiertos para no perderme nada"...
Yo recuerdo tener prisa por jugar a todo. Y recuerdo la sensación de disfrutar de la presencia de cualquiera, me gustaba el mundo, y los bichos y todas las cosas. Me gustaba en especial mi propia compañía cuando cada movimiento de mi cuerpo era una caricia al aire. Cuando era divertido el tiempo (mucho antes de ponerse tan serio) sin un yo pensante, me entretenía y gozaba del vivir.
Tú me hablas de un niño de tres años que un día de carnavales quiso vestirse de gitana con un traje de faralaes y una enorme flor en la cabeza. Me cuentas que a pesar del miedo al qué dirán, la madre le puso el traje y esa criatura movía la cola con gran desparpajo, como si hubiera nacido para bailar una soleá.
Dicen que si un niño percibe algo que los adultos no pueden detectar y le recriminan por ello de alguna manera, aprende a cerrar ese canal.
Crecemos cerrando canales de frecuencia elevada y la luz se va apagando hasta el punto de encontrar siempre motivos para estar fastidiados.
Teo, un compañero de trabajo de metro ochenta de estatura me dijo hace unos días después de escuchar una de mis charlas: "Yo de pequeño quería ser campanilla"
Campanilla puede hacer que otros vuelen espolvoreándoles "polvo de hada".
Dices que amas la lluvia y sin embargo te proteges con un paragüas cuando llueve. (Bob Marley)
Dices que quieres ser feliz pero tal vez tengas que ir espolvoreando polvos de hada para lograrlo.

martes, 22 de abril de 2014

Se me da bien hacer llorar

Viniste a verme después de mucho tiempo y comentaste bromeando: ¿Voy preparando el kleenex?
Se me da bien hacer llorar. Me encanta observar cómo van saliendo las lágrimas en los ojos del interlocutor, producto de su rendición ante mi implacable decisión de indagar en la tristeza que suele estar enmascarada muchas veces detrás de la rabia.
Lo hice conmigo de forma obsesiva durante mucho tiempo, hasta conocer el más recóndito de los agujeros negros de mi vacilante conciencia y ahora me resulta muy fácil acceder a los del otro y hacerle ver lo que lleva escrito en la frente: aquello que trata de ocultarle al mundo y a sí mism@ por miedo a mostrarse demasiado vulnerable, logrando de este modo la acumulación de una basura emocional que yo gustosamente trato de ayudarle a eliminar.
Te regalé palabras y me ofreciste a cambio unas sinceras lágrimas y un largo y sentido abrazo, ¡qué hermoso trueque!


miércoles, 2 de abril de 2014

CAMINANDO...

En ocasiones me ausento de mí y descanso.
Desestimando el contenido de mi mente, observo con los ojos cerrados el acompasado vaivén de la respiración, no me queda más remedio, soy mujer y por lo tanto, demasiado intensa como para permanecer en mi compañía todo el tiempo. Convivo con cien o tal vez cien mil aspectos distintos de mi persona y cuantos más intento conocer, más se diversifican. No es inteligencia, es tal vez locura, pero me gusta.
Estreno una nueva personalidad cada día, tal vez no te interese la que elegí hoy pero no importa, la cambiaré mañana.
Cuando estoy a punto de aprender a jugar, a la vida le da por cambiar las reglas del juego y he de empezar de cero.
No soy feliz porque si lo fuera sería por algo y ese mismo algo, al desaparecer, me dejaría sumida en la tristeza.
Conocí la serenidad y fue entonces cuando concebí la existencia del paraíso.
No tengo muchos amigos, aunque facebook opine lo contrario, y los que tengo me engrandecen tanto que sería absurdo querer seguir aumentando de tamaño.
A diario perturbo la realidad porque la rutina anestesia mi conciencia.
No me hables del mundo, cuéntame cualquier cosa acerca de ti siempre que introduzcas pasión en el monólogo, lo que me revitaliza es tu vitalidad.
¡Podría enfadarme tanto la vida! de hecho lo logró en multitud de ocasiones, sé que fue sin intención, por eso le perdono, ahora nos llevamos mucho mejor la vida y yo, cuanto más la conozco, más asombro me provoca.
Intenté varios atajos para llegar antes, nunca llegué porque a ningún sitio había que llegar. Camino sin prisa intentando pasar más tiempo en un solo instante.
Si me buscas me encontrarás, te estaba esperando.

martes, 25 de marzo de 2014

Algo estupendo

"Pensar en pequeño" recomienda el escritor Ian McEwan en una de sus novelas. Nos cuenta que cuando pensamos en las cosas grandes, la situación política, el calentamiento de la tierra, la pobreza en el mundo, todo parece horrible, nada mejora, no hay nada que esperar, pero si piensas en lo pequeño, en algo más cercano... es estupendo.
Y pienso yo que pensar en pequeño es estupendo porque la auténtica vida transcurre muy cerca de uno mismo, en lo cotidiano está todo lo que es posible, en cada rostro que observo hay una parte de mí misma que aún desconozco, me gusta pensar que los pájaros nunca dejan de asombrarse de mi existencia, que los árboles, emocionados, tratan de saludarme cuando paso a su lado, que el sol se contenta tanto cuando despierto que brilla durante un instante de otra manera; sé que soy solo un humilde representante del millón setecientas cuarenta y seis mil especies existentes, pero estoy tan rodeada de vida que aunque yo no lo sepa, diez mil tipos distintos de microbios caminan por el interior de mi cuerpo ayudándome a obtener energía o a absorber vitaminas, conviviendo conmigo en armonía mientras yo no distorsione su medio ambiente, viviendo en el miedo.
Soy algo diminuto y eterno al mismo tiempo, y aunque mi parte intangible esté incluida en todo lo que se manifiesta y pueda interferir en tu próximo pensamiento, si elijo pensar en pequeño, si pienso cuánto me gusta ver reír a mis hijos y disfrutar viendo jugar juntos a sus perros, o pìenso en la suerte que tengo de poder llenar de palabras este rectángulo en blanco y que tú las leas, o en el privilegio de poder entrar en clase y contarles a mis alumnos cómo descifrar un sueño, si pienso en todo esto, ocurre entonces que algo que podría definir como cierto estado de contento, camina, vuela o se expande alrededor, dentro y fuera de este cuerpo que manejo, y solo saber esto es estupendo.





martes, 18 de marzo de 2014

Escuchando el Big Bang

Una noticia sorprendente: "Un telescopio capta el primer “eco” del Big Bang. Es una prueba de las épocas mas primitivas que nunca hemos visto. Esto es un Nobel clarísimo - opina Xavier Siemens, un experto español en cosmología".
La noticia en sí no tiene nada de extraordinario teniendo en cuenta que los propios físicos ya nos han contado que el tiempo no existe, por lo tanto que haga 13.800 millones de años de aquella descomunal explosión y que todavía ande el sonido pululando por ahí es algo lógico. Sin embargo, lo que a mí me gustaría es que uno de esos científicos se sentara a mi lado y me preguntara: ¿y tú qué tal?, no es que me haya vuelto egocéntrica (más de lo que ya era, quiero decir, jaja…) sino que hay en mí cierto nivel de hartura por la ciencia sin conciencia, y como decía un sabio: "Antes de la iluminación, sacar agua del pozo, después de la iluminación, sacar agua del pozo."
Puede que alguno de estos científicos no pueda dormir por la inconmensurable emoción del hallazgo pero sea incapaz de estar en paz, sentado a solas, en silencio y sin hacer nada.
Es increíble el poder de la mente humana, pero desde hace algún tiempo no creo en ningún "prodigio" que no provenga de un corazón humilde dispuesto a compartir un hermoso silencio.













viernes, 14 de marzo de 2014

La vida está loca

Descubro que la vida no pesa si no la llevo a cuestas, si no es responsabilidad mía que se comporte de forma adecuada, porque la vida está un poco loca, es impredecible y caótica,
fascinante, singular, inaudita... unas veces relampaguea y otras susurra, yo vivía en superficie, incapaz de captar la babilónica gama de matices con la que se elaboró esta objetividad y protesté ante Dios con insistencia, ¡cómo es posible que esto sea todo!, no recibí respuesta y proseguí con mi queja, entretanto una grieta se abrió en mi terca mente y vislumbré la gloria solo una millonésima de segundo, fue suficiente, ahora sé como dijo Lao Tsé que es mejor no saber que sé, observé la vida por detrás porque de forma repentina ésta se dio la vuelta, después de superar cierto aturdimiento contemplé la manifestación tal como fue creada, ¿desde abajo? ya no sé cómo describir tan insólita experiencia: no hay arriba ni abajo, no hay después ni hubo un antes, danzamos todos juntos, el cosmos, tú y yo, el coreógrafo va improvisando lo que le viene en gana y nosotros brincamos, zapateamos, bullimos y zascandileamos en esta intriga cósmica sin principio ni final, así que si no sabes saltar ni cabriolear más vale que aprendas a divertirte porque te voy a decir algo: esto no parará nunca de moverse.

martes, 11 de marzo de 2014

Soñando que sueño

Esta noche (durante el sueño) estuve dando una conferencia, desperté a eso de las tres de la mañana y recordé parte de la misma, era fantástica, mi inconsciente es mejor conferenciante que yo, suponiendo que seamos dos entes diferentes, y sí que debemos serlo porque este sujeto, a parte de hablar de maravilla, es capaz de ascender en vertical batiendo los brazos, nadar en piscinas que se van creando en el asfalto, o psicoanalizar a los personajes de mi sueño, no hay noche que no me muestre alguno de sus poderes, de hecho yo casi anhelo irme a dormir para disfrutar del espectáculo, y como no estoy segura de cuál de las dos realidades es la auténtica, entro y salgo del sueño con cierta elegancia y a fuerza de interpretar el contenido onírico, ya no sé muy bien quién soy y eso es bueno porque no sufro de esa añoranza que nombra un escritor francés en una de sus novelas: "todos los hombres tienen la enorme nostalgia de aquél tiempo en que la vida aún tenía la elasticidad de lo posible", no creo que lo posible sea simplemente elástico, creo que es más bien inconmensurable, algo que aún no es puede ser tanto como queramos que sea, por eso espero cada noche un soprendente posible, y ya puestos también durante el día, quién me lo va a impedir, dicen los físicos que los límites los ponemos nosotros y yo hace tiempo que percibo una simultaneidad entre finitud e infinitud, ante mis ojos (cerrados para poder ver) se crea un puente entre ambas solo con que yo sea capaz de concebirlo, transito en el camino hacia lo infinito ligera de equipaje, dejo los conceptos en este lado y en el viaje de vuelta traigo una nada amigable que ya no me produce espanto, por lo que concluyo al fin que sí, que el inconsciente y yo debemos ser lo mismo y aprovecho estas líneas para agradecerle su creatividad y su imprudencia, ¡qué sería de mí sin la posibilidad de soñar que todo es posible!

martes, 4 de marzo de 2014

¿Brillas?

Decidí un buen día sentirme bien, con independencia de las circunstancias externas. Lo decidí de nuevo a los cinco munutos porque pasado ese tiempo ya empezaba a resultarme difícil. Volví a tomar tal decisión la siguiente semana y la que vino después; una vez más antes de ayer, y de nuevo hace un momento.
Actualizo tal decisión cada segundo, obviando por supuesto el contenido de mi mente, es increíble la cantidad de desgracias que ésta puede llegar a pronosticar, y cuanto más trato de ignorarla, más empeño pone en mostrarme la "cruda realidad". Aún así, yo sigo a lo mío, he descubierto que cuando me siento bien, brillo.
Me encantó lo que leí acerca de dicha luminosidad:
"Cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente le damos permiso a la otra gente para que haga lo mismo" (Nelson Mandela)

domingo, 2 de marzo de 2014

El mayor anhelo

Dice un maestro que el anhelo que desde siempre ha albergado el ser humano en su corazón, es sentirse bien por dentro.
En base a este anhelo que conzco bien, le propuse anoche a mi pareja jugar al juego de intercambio de halagos.
Se trata de colocarse uno frente al otro y decir: "Una cosa que me gusta de ti es...", "otra cosa que me gusta de ti es..." cambiando el orden de emisor y receptor, al cabo de un rato.
Escuché y dije muchas cosas bonitas, pero hubo algo que con toda seguridad recordaré siempre. Él me dijo:
"Una cosa que me gusta de ti es todo lo que me cuentas, siempre tengo la sensación de que puede ocurrir algo mágico cuando estás cerca, y podría empezar a caminar a tu lado, atravesar los Pirineos, y continuar avanzando, sabiendo que no dejo nada atrás, que estando tú ya tengo todo lo que necesito."
Una hora antes habíamos estado discutiendo por una tontería.
Hace tiempo que descubrí que el ser humano no tiende a hablar desde el corazón de manera espontánea, suele ser la mente la que orquesta un encuentro.
Un pequeño esfuerzo, una invitación al juego, y le das al otro la oportunidad de rebuscar en el archivo de su memoria y rescatar los sentimientos más elevados que con toda seguridad te brindará si la ocasión es propicia.
Nos da vergüenza compartir sentimientos y sin embargo es una de las experiencias más gratificantes que podemos experimentar en esta vida.
Cuando quieras, jugamos.

viernes, 28 de febrero de 2014

La guitarra...

Ayer lloré de nuevo al ver en la portada del periódico una foto de Paco de Lucía en el escenario, sé que en realidad estoy llorando por mi padre, son las lágrimas que hubiera querido derramar él por la pérdida de su maestro, mi madre dice hoy: "cómo le hubiera gustado a tu padre todo esto, verle en televisión y en los periódicos, ¡qué lastima que se lo esté perdiendo!, se murió demasiado pronto... mamá, tenía ochenta y cinco años, ¡no me digas!, no sabía yo que había durado tanto, y continúa: ¡qué pena, qué pena que no esté aquí tu padre...! y se me vuelve a poner un nudo en la garganta, y vuelvo a tener ganas de llorar, esta muerte me quita algo de mi padre, o tal vez sea al revés, me lo ha devuelto y se me han llenado los oídos de rasgueos y trémolos y con ellos han resucitado mis sueños de entonces, mi anhelo de hacer feliz a este hombre que cuando soltaba la guitarra caminaba errante y meditabundo, mis hermanos y yo observando cada uno de sus movimientos, haciendo méritos, buscando su aprobación, necesitados de ese amor que él solo podía darle a ese instumento con el que, tras horas y horas de duros ensayos, lograba apartar las tinieblas de su mente, todo esto ando yo removiendo en mis entrañas, lloro por mi amor por él, lloro porque al final nos quiso de veras, disfrutó de poder querernos y yo pude resarcirme de tantos años de orfandad de padre, y hoy decido que me despido de mi pena, para siempre, el flamenco lo escucharé ahora a dos guitarras, ya está a punto de llegar Paco de Lucía al cielo.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Paco de Lucía

Ha muerto Paco de Lucía y a mí se me ha parado el corazón un momento. Me gustaba que existiera, que viviera en México, que pensara y soñara música. En mi casa sonaban sus bulerías un día sí y otro también. Unas veces era él, en uno de sus discos y otras mi padre, que trataba de lograr con su guitarra la perfecta ejecución del genio.
Me llevó a verle actuar unas cuantas veces y puede que fuera allí donde yo descubrí cuánto puede amar un hombre a una guitarra que dicen que tiene cuerpo de mujer.
Tocaba con Camarón y éste casi se olvidaba de cantar en mitad de una actuación, embalasado por el arte de su amigo.
También "el de Lucía" llegó a decir que le costaba concentrarse en la guitarra cuando escuchaba la voz del maestro.
Hoy brilla un poco menos el mundo, al menos a mí me lo parece.
¿Sabrá el alma tocar la guitarra? Espero que sí. Sonará "Almoraima" en el cielo y se emocionará mi padre de nuevo, como tantas y tantas veces escuchando los picados y los arpegios del hijo de Luzía, la portuguesa.
Descanse en paz.

martes, 25 de febrero de 2014

Palabras...

Siempre tengo muchas cosas que decir, hablé a más de doscientos esta mañana, y a otros tantos hace quince días, y aún sigo teniendo en la garganta ¡tantas palabras!, se van juntando en mi cabeza, se relacionan unas con otras, crean historias, se empeñan en entrar en un libro, quieren desfilar por este rectángulo en blanco, y yo me pregunto: "¿para qué?" enseguida se juntan de nuevo unas cuantas para decirme que debo estar buscando algo dentro de mí misma, buscando algo... puede ser... por supuesto rapidamente han vuelto a reunirse para crear una conclusión y me comentan que lo que estoy buscando es alegría, trato de reflexionar acerca del tema, no sé si hablar en público es la mejor manera de encontrar alegría, ¿no sería mejor ponerme a bailar?, no, responden ellas, a fuerza de hablar se romperá el maleficio, ¿cómo que maleficio?, pero si eso es un daño causado por hechiceria, claro, argumentan ellas, eso es exactamente lo que te debió ocurrir, no es normal que una niña tan espontánea y luminosa como tú eras, se convierta en una persona tan seria queriendo disimular, es un maleficio de tristeza infinita, una energía oscura que aprisiona el alma, te obligaron a permanecer callada, alguien no te quiso bien, ¡Ay, palabras! me estáis asustando... ¿por qué? al contrario, te vamos a ayudar, en algún momento, a fuerza de escucharte a ti misma hablando, el maleficio se romperá, nosotras las palabras tenemos el poder de devolverte aquello que te fue usurpado, una vez que conectes la garganta con el corazón, el corazón creo que está bloqueado, así es, querida (¡qué cariñosas son estas palabras!) debes abrirlo para que su energía llegue a tu garganta, tengo miedo no sé a qué, te dijeron que tu amor no era suficiente y cerraste a cal y canto el corazón, no sé si sabré abrirlo de nuevo, confía en nosotras, te estamos guiando, debes seguir hablando ante ellos y ocurrirá, según les estés mirando sentirás que algo en el centro de tu pecho comenzará a vibrar, ¡qué bonita debe ser esa experiencia!, no imaginas cuánto, puede estar a punto de suceder, tu intención es la adecuada, nosotras estamos preparadas, el amor dispuesto...

lunes, 24 de febrero de 2014

Improductiva respuesta emocional

Dicen que debido a los guiones psicológicos que decidimos en la infancia bajo la influencia de los padres y otras figuras de autoridad, hemos desarrollado una serie de patrones improductivos de respuesta emocional.
Esta es una manera literaria y aburrida de explicar lo que uno de mis ex alumnos preferidos describía ayer de forma sencilla y perfecta:
-Me gustaría que aunque las cosas me afectaran, yo supiera separar el que me afecten, con ponerme mal, con encerrarme en mí mismo y no querer hablar. Parezco un niño que se enfada porque le han dicho algo que no le gusta oír. Me cuesta demasiado cambiar. Mi cabeza sabe que debería hacerlo, pero mi cuerpo no me deja. Hay algo que me impide dar el paso de hacer algo difícil y diferente. Mi cuerpo prefiere seguir así, porque es más fácil.

Madurar sería dar ese arduo y casi imposible paso hacia una respuesta diferente.
Sabes que si dices eso que estás a punto de decir, se va a enfurecer el que tienes enfrente, y aún así, eres testigo de cómo esas palabras salen por tu boca.
O por el contrario, sabes que deberías decir aquello que necesitarías expresar, pero eres incapaz de articular palabra alguna.
Nuestras cabezas lo saben, pero nuestros cuerpos siguen así, porque es más fácil.
Yo trabajo cada día con una impertinente que habita en mí. Es, por supuesto, producto del dichoso guión infantil, pero eso no me hace menos responsable de su inaceptable actitud.
Le di un ultimátum: le dije que tenía que irse o iba a contarle a todo el mundo su desafortunada manera de proceder. No me hizo caso, así es que no me ha quedado más remedio que hablar de ella.
El escritor Og Mandino decía: "Cuando sienta la tentación de dañar con mis palabras, me morderé la lengua"
En ello estoy.

martes, 18 de febrero de 2014

Alegre bondad

Mi alumna Verónica, de veintidos años, vino a España a los diecisiete porque en su país, El Salvador, no tenía posibilidades de estudiar. Me lo contaba ayer durante un cambio de clase, al preguntarle yo por su familia. Ella es la mayor de siete hermanos, la pequeña de cinco años. Empezó a trabajar como interna en una casa, estudiando los fines de semana. Ahora trabaja en una residencia de ancianos por las mañanas y acude a clase por la tarde. Desde el principio envió dinero a sus padres, y ahora también paga el alquiler de la habitación que dos de sus hermanos necesitan para poder estudiar en la universidad, que está muy lejos de su casa. Me habla de ellos, con orgullo:
"Los dos tienen una beca de estudios. En mi país no te la dan por tener poco dinero, porque allí somos todos pobres, te la conceden por las calificaciones. Mis hermanos tienen sobresaliente en todas las asignaturas, saben que tienen que esforzarse mucho porque yo voy a ayudarles".
Me lo contaba sonriendo, como hace siempre. Es una chica muy alegre, llena de vida.
Yo fui ayer mejor persona durante un rato, solo por tratar de parecerme un poco a ella.

domingo, 16 de febrero de 2014

¡Seriedad, para qué te quiero!

El tiempo parece no trascurrir hacia delante, más bien juega a retroceder y yo vuelvo a creer que brillan los pensamientos que estoy pensando y que a ti te cuento. Sé que brillan porque tú dejas de llorar y me sonríes.
Me cuentasn sueños, lloran en mis brazos, caricias, halagos... voy caminando hacia atrás en el tiempo, recogiendo la cosecha de no crecer demasiado.
Sé que si madurase de golpe, los apesadumbrados que quieren seguir siéndolo, empezarían a merodear por mi casa.
Sé que si me vuelvo muy seria, los taciturnos vienen a contarme que nada merece la pena, y desaparece la música de mi cabeza.
Por eso, si me miras y estoy cantando, espera a que entone aquella estrofa de Pablo Milanés:"...Yo no te pido que me bajes una estrella azul, solo te pido que mi espacio llenes con tu luz..."
Solo pido tu luz a cambio de la mía.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Abrazo sincero

La abracé y me quedé un rato manteniendo el contacto, presionando con mis brazos su cuerpo algo lánguido y desmadejado. Lloró al intensificar yo la presión con la que trataba de trasnmitirle ternura. Me dijo que el abrazo le había puesto muy triste, se daba cuenta del poco amor que por lo general recibe y comparte.
Por la tarde ensayé de nuevo con otra mujer de edad semejante (alrededor de treinta) y repetí el experimento, me quedé más tiempo del que uno suele dedicar a un abrazo de despedida, apreté mi cuerpo contra el suyo y me volvió a sorprender un llanto desconsolado que surgíó, según ella, al sentir algo que necesitaba y normalmente no tenía.
Dicen que la duración media de un abrazo entre dos personas es de 3 segundos. Pero los investigadores han descubierto que cuando el abrazo dura 20 segundos, tiene efecto terapéutico; si es sincero, produce la secrección de una hormona llamada "oxitocina", que tiene entre otros, el objetivo de hacernos sentir seguros y calmar la ansiedad.
Lo que no nos cuentan estos investigadores y es necesario saber, es que la salida a la circulación de esta hormona lo que puede provocar en primer lugar es una intensa tristeza, que desaparecería si nos abrazáramos mucho más a menudo.
Pero no tenemos tiempo. Veinte segundos es demasiado.




miércoles, 5 de febrero de 2014

Decir no cuando quieres decir no.

Frente a una demanda exterior, a veces hay un intenso "no" interno, anterior a otro "no" que uno querría expresar verbalmente, con todo el alma. El cuerpo lo expresa a su manera, aún sin mediar palabras. Esa primera negativa no verbal la muestras en la cara, en la tensión del cuerpo, en la ausencia momentánea de respiración, en el miedo que produce que no vaya a ser tenida en cuenta, y sin embargo, a pesar de todo eso, muchas veces (o siempre) dices sí.

Yo decía sí cuando quería decir no, si pensaba que mi negativa podía ofender de alguna manera al interlocutor.
Necesitaba ser aceptada, no crear conflictos, gustar al otro, agradar... mientras trataba de instalar la rabia que se iba produciendo en mi interior, en algún lugar que no resultara visible, para no molestar.
Dentro de este organismo había un ser demasiado complaciente con los demás y en absoluto conmigo misma.
Tratando de superar esta ineptitud casi patológica, empecé a ensayar con algunos "noes", al principio con timidez y más tarde de manera rotunda.
Fui aprendiendo a escuchar a mi cuerpo en primer lugar y a decir NO con una sonrisa cuando necesitaba hacerlo, añadiendo detrás un amable "gracias", continuando con la sonrisa puesta mientras el otro iba digiriendo mi: "no siempre bien recibida" respuesta.
Una vez superada esta fase, solo quedaba disfrutar de una maravillosa e inusitada sensación de libertad.
Fue interesante descubrir que no pasaba nada. Los habitantes de este planeta, no se daban la vuelta, en bloque, negándome el saludo. Más aún, creo que lo que genera esta actitud, es respeto.

lunes, 3 de febrero de 2014

Vivir sin agravios

Me llamas esta mañana para contarme un encuentro (más bien desencuentro) con un compañero de trabajo, amigo tuyo.
Le has reprochado (en presencia de otros) cierta actitud suya del viernes pasado, y se ha ido enfadado diciéndote que no soporta a la gente que reacciona siempre con suspicacia. A él se le había olvidado la supuesta ofensa de aquél día, y tú la has conservado intacta en el corazón y en la mente durante todo el fin de semana.
He ido al diccionario y he buscado el significado de la palabra suspicacia: "tendencia a sentir desconfianza o ver malicia o mala intención en los actos o palabras de otros".
Hemos llegado a la conclusión tú y yo de que tu actitud es dañina para ti, independientemente de lo que piense o deje de pensar el otro.
Le hemos dado la vuelta a la historia de modo que tu decisión final era ir a verle a su despacho para pedirle disculpas por ser tan suspicaz. Que él pidiera disculpas o no por el agravio, pasaba a ser un asunto secundario.
Hemos concluido que lo importante es sentir paz con uno mismo.

Te cuento que nací con unos ojos muy grandes y no tuve más remedio que ponerme a observar con detenimiento.
Primero cielo y techo desde mi posición yacente y un poco después, ya más tiempo erguida, el sinfin de formas que me rodeaban. Miraba todo sin recelo alguno, ¡qué placer no juzgar lo que estás viendo! no era bonito ni feo, no era grande ni pequeño.
También nací dispuesta a escucharlo todo. Sin concepto alguno fui descubriendo sonidos y silencios.
Y ahora, al escuchar tu relato, convertida yo también en suspicaz y desconfiada, trato de recordar cómo era aquél sentir sin valoración y sin veredicto, y llego a la conclusión de que es absurdo conservar cualquier atisbo de amargura debido al proceder ajeno. El corazón se resiente y nadie obtiene ningún tipo de beneficio.

-Estaba dispuesta a estar enfadada una semana y al final voy a decirle que lo siento. Si lo sé no te llamo, jaja...




miércoles, 29 de enero de 2014

La compasión no es pena.

Un día aprendí que la compasión no es pena.
Es un elevado sentimiento, es ponerse en el lugar del otro y acompañarle en su aflicción, sabiendo que es un igual.
La compasión hacia el afligido no empequeñece a éste, le dignifica y engrandece asímismo al compasivo.
La compasión es amor, no es otra cosa.
La pena, por el contrario, está fabricada de miedo. Es el ego tratando de colocarse por encima de aquél que sufre. La pena separa, y produce rabia en el sujeto digno de lástima.

Dicen que había un ciego pidiendo en la calle con un cartel que rezaba: " Por favor ayúdenme, soy ciego" y al lado un cestillo con muy poco dinero.
Pasaba por allí camino del trabajo un ser compasivo y al ver la exigua cantidad de monedas que contenía el cesto, le dio la vuelta al cartón y escribió algo.
Cuando este hombre regresó a su casa al final de la tarde, pudo ver que delante del ciego había una bonita cantidad de monedas.
¿Qué había escrito en el cartel?:
"Ya es primavera y yo no puedo verla"

viernes, 24 de enero de 2014

Amar y bailar requieren cierta técnica.

Me sorprendió en su día que bailar flamenco fuera una cuestión de técnica, yo pensaba que eran movimientos espontáneos que surgían de forma natural inspirados por determinada música y que solo se necesitaban ciertas indicaciones de un experto para que aquél derroche de pasión pudiera expresarse de forma adecuada. Me apunté muy ufana a una clase creyéndome poseedora de talento para este arte, y después de taconear el mismo paso durante varias semanas, y con dolor de lumbares, llegué a la conclusión de que no me había llamado Dios a ser una gran bailaora ya que si aquellos movimientos no eran innatos en mí, no estaba yo dispuesta a invertir media vida en la dichosa técnica.
Me ocurrió lo mismo en el amor, no acababa de dominar los pasos. Parecía que sí, pero era que no. Este arte me parecía aún más difícil que zapatear el cante jondo.
Desistí de bailar flamenco, pero a esta otra disciplina no me dejaron renunciar, si alguna vez lo intenté, enseguida me puso la vida un maestro delante que se encargó de advertirme: "Aún no sabes".
Paciente y humilde acepté este hecho y continué avanzando, aprendiendo a gran velocidad. Volví a escuchar de nuevo las mismas palabras: "Aún no sabes". Desesperada y orgullosa repliqué airada: ¡Cómo que no! pasando a enumerar una serie de notables mejoras en mi actitud ante los demás.
Esperando en vano una señal de aprobación, me resigné a continuar ensayando nuevas tácticas amatorias.
Me acerqué al sabio, de puntillas, a escuchar su veredicto, pasado un tiempo prudencial, y de su boca escuché:"Cuando sepas, lo sabrás" (ahora se dedicaba a contarme adivinanzas).
De vez en cuando dialogo yo conmigo misma, de este modo: "Aún no sé que sé, luego aún no sé"
El maestro ya no necesita decir nada, solo me sonríe, afectuoso, con compasión infinita.
Nunca efectuaré un perfecto quiebro de cintura bailando una soleá, pero a amar voy a aprender, estoy segura, dedico a este propósito mi vida entera.



martes, 21 de enero de 2014

Milagros cotidianos

Bajaba la escalera corriendo porque llegaba tarde a clase después de asistir a una reunión, llevaba la inercia de un día complicado sin un minuto libre, uno de esos días en que todo el mundo parece necesitarte, y se acercó a mí una alumna con la intención de contarme algo. Pensaba decirle, según iba bajando, que por favor me lo contara otro día, ese parón podría producirme taquicardia, tenía que abrir la puerta de clase, recoger unas fotocopias, preparar rapidamente un material para unas prácticas, hablar con el jefe de estudios... no era el momento de hablar, pero ella se detuvo en seco, me miró a los ojos y exclamó:
-Estoy embarazada, profe.
Estamos en mitad de la escalera, es el cambio de clase, hay gente subiendo y bajando y yo, ya sin ninguna prisa, solo acierto a sonreír y decirle: !qué bien!, pero a ella la veo triste.
-¿Cuántos años tienes?- diecinueve, ¿y tu novio? dieciocho, y está estudiando, como yo.
Me quedo mirándola sin añadir nada, aunque esta es una experiencia que ya he vivido muchas veces. Nunca antes había cruzado una palabra con esta niña, me parecía una persona muy tímida y reservada. Sin embargo hoy me habla como si tuviéramos una relación muy cercana:
-Todos quieren que aborte, pero yo no voy a hacerlo. Dicen que no voy a poder darle nada, pero yo creo que mi amor es lo único importante, ¿verdad?
En ese punto, el miedo le diría muchas cosas a través de mi garganta, pero no digo nada. Sus ojos me piden que no diga nada.
Continúa diciendo: Ya ya siento que está aquí, no puedo matarlo. Mi madre no quiere que lo tenga, mi novio tampoco, pero yo le he dicho al médico que voy a seguir adelante. Me dicen que voy a tener que dejar los estudios, pero, profe, yo creo que soy yo la que tiene que decidir, ¿verdad?
El miedo intenta hablar de nuevo, tiene muchas cosas que decirle, pero una vez más, mi garganta no se lo permite.
Sus ojos vuelven a suplicarme que el miedo no hable, y yo solo sonrío y me quedo sin argumentos.
Hablarían entonces las voces de la experiencia, de la sensatez, de la prudencia, pero tampoco emiten éstas sonido alguno. Sigo mirando sus ojos, sintiendo, no sé por qué, que todo está bien.
-Gracias profe, eres la única que me apoya.
El miedo ahora sí, va a tener que decir algo: bueno, no es exactamente que yo te apoye, ten en cuenta que todo está en contra, no soy yo quién, para opinar en este caso... pero sigo sin poder articular palabras, ¡yo, que suelo ser tan elocuente!, ¿qué me pasa? tendría que darle mi opinión, nada, no hablo, hay una extraña complicidad entre nosotras, hace ya rato que no sube ni baja nadie, no sé cuánto tiempo llevamos de pie entre dos escalones, qué más da, la vida generando más vida ha anestesiado mi mente, tan racional, tan lógica... y esa misma vida tomará sus decisiones como hace siempre, sé que es así, en estos momentos lo sé con absoluta certeza, si un nuevo ser ha de llegar a este mundo, lo hará, no hay mente alguna capaz de impedir este milagro.




domingo, 19 de enero de 2014

Regreso a casa

Te cuento que me gustaba vivir intensamente y que también sufría con intensidad.
"Son los dos lados de la misma tela" - exclamaría el sabio.
Me casé con un hombre que odiaba una vida gris. Me abandonó este hombre, no pude amarle.
Conocí más tarde la noche, los garitos de moda. Mamá, cuídame a los niños. Gracias. Tengo que salir de casa, es viernes por la noche y estoy sola. Conocí, de lejos, el ansiado paraíso. De lejos fue, tuve la suerte (que entonces era maldición) de no medir quince centímetros más, de no ser tan guapa como ellas, las que podían elegir entre modelos y jugadores de la NBA. Yo estaba allí, sin embargo, con el vaso de whisky en la mano, observando, escondida detrás de mi aspecto "normal". Podía verles bailar, en el centro del local, moviendo con sensualidad dos metros de estatura, camisa y dientes blancos, brillando en la oscuridad. Entran las más atractivas, cocaína, ansiedad, movimiento de caderas, brazos y piernas. Me salvó no ser tan guapa como ellas. El edén se convertíría en infierno.
Odiaba las noches de Madrid con pase VIP, pero tenía que huir de la vitalidad de mis hijos, de su alegría, de la cotidianidad. Buscaba en la noche mi salvación, como hizo mi padre.
Flamenco, fuego, danza de tambores, vestidos étnicos, seducción... Solo quería sentirme viva.
Respiración holotrópica, antifaz y música que mueve las entrañas. No fumar, no beber, no comer animales, no tomar productos lácteos, no dormir, meditación, instrospección. Un maestro, dos maestros, tres maestros... ¡YA BASTA!
¡Ah, poderosa mente, de nuevo me engañas!
Rendida, emprendo el camino de regreso a casa.
¿Sabéis? ahí fuera no hay nada. Era solo un espejismo.
¿Desde cuándo brilláis de esta manera?, ¿qué está ocurriendo?...
Papá, no te lo vas a creer, al fin encontré el paraíso: la luz tenía que proyectarla yo.





viernes, 17 de enero de 2014

Permiso para volar

Esta mañana me sentía extraña, con un entusiasmo que no necesitaba ser compartido, era un estado que requería interiorización, por eso se me ocurrió poner música de violonchelo, de violonchelo triste, así se llama mi música preferida. Me senté en un sillón con los ojos cerrados y sucedió algo inesperado: me convertí en "escuchar".
Fue una experiencia nueva. Ahora sé que nunca en toda mi vida había disfrutado realmente de la música, porque hoy sin esperarlo, mi cuerpo se convirtió en una cuerda más del instrumento que utilizaba el intérprete, vibraba de una manera extraña, y yo (no sé qué parte de mí) entretanto, escuchando con la totalidad de mi ser, observaba cómo la pieza que ejecutaba el músico se entremezclaba con el ritmo de mi metabolismo y no era felicidad lo que sentía porque no había nadie que pudiera sentir nada, solo existían la música y el escuchar, y yo acabé siendo ambas cosas.
Nunca imaginé que pudiera convertirme en cuerda de violonchelo.
Me gustó ser una cuerda y abandonar la mente. ("Sé sin mente" dice el maestro)
Pasadas unas horas y sin ninguna intención, regresé de lo inconcebible y me encontré de nuevo en el pensar. Lo acepté, ¡qué remedio! pero solo como algo transitorio.
¿En qué podré convertirme mañana? Una vez descubierto el camino hacia lo inimaginable, mi imaginación se frota las manos entusiasmada.
Me ha pedido permiso para volar y se lo he concedido.


jueves, 16 de enero de 2014

Aún no he aprendido...

Cuanto más creo que avanzo, más lejos diviso el horizonte.
Es bueno que así sea, lo mejor está por llegar: lo mejor de mí y de ti.
Aún no he conocido la bendita paz que sé que podría experimentar.
Aún no he sido esencialmente buena.
Aún no he sido capaz de escuchar el silencio sin salir corriendo a refugiarme en el parloteo de mi mente.
Aún te observo, desconfiada, sin amarte por completo.
Aún espero recibir, creyendo que me falta algo.
Aún te juzgo, sin haber abrazado con anterioridad tu dolor.
Aún estoy expectante ante la vida, aunque ésta me muestre, compasiva, que todo está desde siempre disponible y a mi alcance.
Aún podría hacerte daño porque no he aprendido a decir solo lo justo y necesario.
Aún podría compararte con otro, no me lo tengas en cuenta, no conozco todavía el significado de la palabra suficiente.
Aún no es tarde, pero sé que he de correr si quiero llegar a tiempo de hacerte sentir bien cuando más lo necesites.
Aún tendré que rendirme a tus pies cuando muestres curiosidad por la vida.
Aún no he descifrado mis mejores sueños.
Aún no he aprendido a hacer el amor con Dios.
Aún me verás mendigando aprobación, incapaz de darme la vuelta y observar a toda la creación, sonriéndome.

martes, 14 de enero de 2014

Ya no viviré en Detroit

Leo en el periódico que en Detroit hay barrios enteros deshabitados debido a la crisis económica y que el ayuntamiento de la ciudad ha puesto en marcha un plan de rehabilitación de uno de ellos, con la intención de crear un distrito de escritores. Han hecho un llamamiento a gente de todo el mundo que se dedique a escribir, ofrecen una casa gratis durante dos años que regalan pasado este tiempo si uno muestra la intención de instalarse con carácter definitivo en la ciudad. Eso sí, tienes que demostrar que no tienes trabajo, así es que después de imaginarme meciéndome de noche en un balancín del porche de una casa con paredes de pladur, con un rectángulo de jardín enfrente, un Maverick del 73 delante de la puerta del garaje y unos vecinos algo obesos y encantadores que me agasajarían al llegar con una cesta llena de dulces, decido que mejor pienso en otra cosa. ¿Qué podría hacer? cuando hago algo nuevo, descubro zonas sin estrenar en mi cerebro. ¿Uno se vende por dinero? (mi prima Cristina me contestaría que sí), dicen que Mozart lo hizo, se vendió por un puesto fijo que le ofreció el emperador José II, como compositor de cámara, trabajo que no le producía ningún entusiasmo, por lo que el músico comentó: "Me pagan demasiado para lo que hago y demasiado poco para lo que podría hacer". ¨Lo que podría hacer... sin ánimo de equipararnos con Mozart, me entusiasma la idea de que todos disponemos de un potencial creativo que en cualquier momento se puede manifestar, surgiendo entonces una viveza o animación que nos sorprendería a nosotros mismos.
Yo me vendo por dinero, por un trabajo fijo, igual que Mozart, pero algunos de mis alumnos son tan especiales, están tan llenos de vida, que en su presencia siento que explicar la difusión de gases en sangre puede ser tan estimulante como viajar a Detroit o componer la sinfonía número 41 en do mayor de Mozart.


viernes, 10 de enero de 2014

¿Creceré algún día?

No me queda bien la combinación de ropa que he elegido hoy para ir a trabajar, no pegan las botas con el vestido, y la chaqueta es de un color demasiado llamativo. Me miro y me remiro antes de salir de casa y no acabo de sentirme cómoda. Le pregunto a mi chico y duda unos segundos antes de comentar que no está del todo mal, y por supuesto su comentario me hace sentir aún peor, pero ya no me da tiempo a ponerme otra cosa, salgo al fin de casa con la autoestima baja y una chaqueta fucsia.
Al llegar, quiero esconderme detrás de las cortinas antes de que me vea alguien, pero me surgen dos problemas: en este lugar no hay cortinas y yo ya no tengo cinco años. No me queda más remedio que enfrentarme a la mirada ajena y sufrir el escarnio público.
Pero no, no me escarnia nadie, al contrario, varias compañeras me dicen: "Ay, Nieves, qué guapa vienes hoy, que vestido tan bonito, y qué colores tan vivos´..."
Ya está, ya me siento bien. Voy monísima.
Lo de que no había cortinas es verdad, pero de que no tengo cinco años, no estoy yo tan segura.

martes, 7 de enero de 2014

El mejor regalo

Los Reyes Magos me trajeron ayer, sin envolver en papel de regalo, una infinita tristeza que mi mente no era capaz de mitigar (porque a veces ocurre que todo se convierte en nada), iba la emoción acompañada de grandes dosis de ternura prodecente de algunos miembros de mi familia a los que descoloca en gran medida verme carente de alegría, hubiera necesitado llorar pero no era el momento, nunca suele serlo cuando estás en compañía, aún así, a pesar de no poder permanecer en soledad y silencio como hubiera necesitado, sabiendo que la experiencia era un regalo de sus majestades, probé a dejarme querer, algo no demasiado frecuente más por falta de humildad que de ocasiones, y en el transcurso de ese quererme los otros, apareció en mí una dulce sensación de pertenencia, y la nada se fue sin despedirse, no fui consciente del momento en que partió, estaba yo demasiado ocupada permitiéndome gozar del amor que me rodeaba, el mejor regalo, sin envoltorio ni lazos.

sábado, 4 de enero de 2014

Al otro lado del espejo

Algunas veces (otras no) la vida me da permiso para colarme al otro lado del espejo. No es que me coloque detrás, es que lo atravieso.
Allí no hay un allí, tampoco un ir y venir. El espacio es infinito pero no cabe la menor duda. La luz no crea sombras porque no necesita disimular. Las palabras danzan ante mi sin intención de comunicar nada, danzan por el simple placer de disfrutar bailando. Me voy escurriendo de mi personalidad, dejando embaladas las emociones, hasta mi regreso. Tres billones de recuerdos se agolpan queriendo desfilar con sus mejores galas, yo compasiva les dedico cierta atención y enseguida me instalo de nuevo en el "ahora mismo".
No tengo miedo a despertar porque no estoy dormida. Loca de atar pero inmensamente libre salgo de un laberinto en el que no recuerdo haber entrado, ¡es divertido!, parece no haber nadie y sin embargo nunca me senti en tan buena compañía. Voy alcanzando cima tras cima sin mediar ni una sola fase de descenso. No caminan las piernas, transmigran las células. Toda cantidad decidió elevarse al cubo y la abundancia se colocó a mi lado con la intención de forjar una amistad duradera. Voy al más allá y nunca regreso porque no hay después. Me dan a elegir como quiero pasar el resto de mi vida y en una centésima de segundo decido que no es necesario decidir. Se flota sin agua y sin aire, sé que es flotar lo que experimento porque la ingravidez me va contando de qué está hecha. La risa se está riendo a carcajadas y de repente no estoy segura de si soy yo o es ella. En este lugar, sin cirios, velan por todos y cada uno de nosotros. Todo es mejor que nada, siendo esta nada ya perfecta.
Al otro lado del espejo nadie escribe versos, porque todo es poesía.