miércoles, 20 de marzo de 2013

ENERGÍA POTENCIAL

Un día, después de un extraño sueño, decidí empezar a escribir. No había escrito nunca nada en mi vida, exceptuando las redacciones del colegio con temas como la Virgen María o las vacaciones familiares.
Decidí en esta ocasión contar mi vida. Meses después, una vez finalidad mi "gran" obra, un amigo me propuso enseñársela a una conocida suya, critica literaria. Me negué, por supuesto, me daba terror lo que pudiera decirme. Él insistía, me animaba a correr ese riesgo, decía que tenía que enfrentar el miedo a las posibles críticas y yo me daba cuenta de que tenía razón así es que decidí entregárselo.
Al cabo de unos días recibí los comentarios de su amiga. Fue como si me despellejaran a cámara lenta. No eran meras opiniones, eran ataques directos. Acabé de leer sus palabras y por supuesto decidí que hasta ahí habían llegado mis incursiones en la literatura. Sentía vergüenza de mí misma, ¿cómo era posible cometer tantos errores, como ella me mostraba, en algo más de cien páginas? Lo mío era, ciertamente, una afrenta.
No podía ni acercarme al ordenador, me daban ganas de vomitar solo de pensar en escribir dos frases.
Pasados unos días decidí empezar de nuevo. Con rabia y con cierta desesperación, empecé a escribir una nueva historia.
Me sentía miserable y poco digna, pero me propuse continuar hasta superar mis limitaciones.
El resultado fue un libro que publicó RBA hace unos años. La editora me llamó por teléfono desde Barcelona y me dijo que se había llevado el libro a casa y no había podido irse a dormir hasta que terminó de leerlo.
Me siento ahora de la misma manera respecto a otro tema que supone un nuevo reto en mi vida. Vuelvo a sentirme miserable y desdichada. Pero solo a ratos. Enseguida recuerdo cuál ha de ser mi actitud. Avanzo a duras penas en contra de la corriente que amenaza con llevarme por delante, no desespero porque sé que es cuestión de tiempo que se active aquella fuerza interior con la que conecté entonces. Atravieso el desaliento, la desmoralización, la incertidumbre...Y ahí está.
Nunca dejará de sorprenderme la potencialidad del ser humano.