jueves, 31 de diciembre de 2015

AÑO NUEVO, ALEGRÍA NUEVA

Le contaría al año que está por venir que yo lo que realmente deseo es una alegría consistente.
La que tengo parece firme pero¡qué va! no es sólida, a la mínima se desvanece. Debe ser que se basa en logros, halagos y lisonjas.
Lo que ahora pido es una alegría compacta, que no se requebraje. Y que surja espontánea, sin esperarla.
Decía Lao Tzé: "Si hay música en tu alma, se escuchará en todo el universo".
En realidad es eso lo que le estoy pidiendo al año nuevo: música en el alma.
¿Será que nacemos músicos?
Perdí mi sonido.
Me sugieren que lo busque en el silencio.
¿El silencio guarda y protege los acordes de mi vida?
Sin osar rozar su pureza, intento introducirme en él para descubrirlo.
Los ruidosos pensamientos se colocan en medio.
Le pregunto al eterno silencio: ¿puedo entrar sin pensar?
No me contesta. Deduzco que es un sí.
Y entro.
La alegría me saluda con una leve inclinación de cabeza. Por mi sangre empiezan a correr notas.
Una solemne obertura me da la bienvenida.
Me acurruco entre dos espacios vacíos de conceptos. A observar el no transcurrir del tiempo. 
¿Suena una antigua melodía?