miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Espíritu de la Navidad

Mi padre, dotado de un gran sentido del humor- que utilizaba en muy contadas ocasiones- era por lo general más bien taciturno y hosco.
Sin embargo, en Navidad ocurría que si te fijabas bien, si explorabas en su cara y en sus gestos con detenimiento, podías atisbar una cierta predisposición al alborozo. No era algo evidente, había que hacer un gran esfuerzo para escrutar en su rostro y descubrir que el acostumbrado rictus se había modificado y en lugar de amargura pareciera que ahora mostraba cierta complacencia.
Era tal la emoción que suscitaba en mis hermanos y en mí tal transformación, que acabábamos concluyendo que esos días la felicidad estaba permitida y como niños que éramos, sin pudor alguno, nos embriagábamos de nuestra  propia alegría.
¿Qué le pasaba a mi padre?, ¿que entraba en nuestra casa?, ¿el Espíritu de la Navidad?
Ayer empecé a sentir esa peculiar vibración. 
Me puse a investigar. 
De todas las historias que podría contar aquí, esta es la que más me gusta:
"El Espíritu de la Navidad es en realidad un Egregor. Un egregor  es un pensamiento colectivo, una sinergia de propósitos que ejerce una gran influencia en las personas.  Esta energía debe sostenerse un cierto tiempo para convertirse en una especie de balsa de gelatina flotando en planos no físicos, que acaba tomando vida. Es una energía autoconsciente".

El fisico Max Planck, declaraba que detrás de este gigantesco universo debe existir también una gigantesca mente consciente que le da vida y le permite existir materialmente. 
En Navidad, esta mente consciente crea un egregor: el Espíritu de la Navidad, que desciende a la tierra y visita a los hombres de buena voluntad la noche del 21 de diciembre entre las 22:00 y las 00:00 horas, generando una energía de alta vibración"
Doy fe de que es verdad, porque solo un milago como este podía ser capaz de hacer sonreír a mi padre.

Papá, sé que eres tú el que estás inspirando estas palabras.
¡Feliz Navidad!