martes, 11 de marzo de 2014

Soñando que sueño

Esta noche (durante el sueño) estuve dando una conferencia, desperté a eso de las tres de la mañana y recordé parte de la misma, era fantástica, mi inconsciente es mejor conferenciante que yo, suponiendo que seamos dos entes diferentes, y sí que debemos serlo porque este sujeto, a parte de hablar de maravilla, es capaz de ascender en vertical batiendo los brazos, nadar en piscinas que se van creando en el asfalto, o psicoanalizar a los personajes de mi sueño, no hay noche que no me muestre alguno de sus poderes, de hecho yo casi anhelo irme a dormir para disfrutar del espectáculo, y como no estoy segura de cuál de las dos realidades es la auténtica, entro y salgo del sueño con cierta elegancia y a fuerza de interpretar el contenido onírico, ya no sé muy bien quién soy y eso es bueno porque no sufro de esa añoranza que nombra un escritor francés en una de sus novelas: "todos los hombres tienen la enorme nostalgia de aquél tiempo en que la vida aún tenía la elasticidad de lo posible", no creo que lo posible sea simplemente elástico, creo que es más bien inconmensurable, algo que aún no es puede ser tanto como queramos que sea, por eso espero cada noche un soprendente posible, y ya puestos también durante el día, quién me lo va a impedir, dicen los físicos que los límites los ponemos nosotros y yo hace tiempo que percibo una simultaneidad entre finitud e infinitud, ante mis ojos (cerrados para poder ver) se crea un puente entre ambas solo con que yo sea capaz de concebirlo, transito en el camino hacia lo infinito ligera de equipaje, dejo los conceptos en este lado y en el viaje de vuelta traigo una nada amigable que ya no me produce espanto, por lo que concluyo al fin que sí, que el inconsciente y yo debemos ser lo mismo y aprovecho estas líneas para agradecerle su creatividad y su imprudencia, ¡qué sería de mí sin la posibilidad de soñar que todo es posible!