jueves, 21 de marzo de 2013

ENTUSIASMO

Los antiguos griegos creían que el entusiasmo era un don del cielo. Una suerte recibida que había que proteger.
La etimología de la palabra es: en-theós. Sentirse poseído por un dios.
Algo así como que estás tan tranquilo y de repente el entusiasmo desciende desde las alturas e inunda tu espíritu.
Puede evaporarse en unos segundos o persistir hasta lograr determinado objetivo, depende de la "resilencia" o convencimiento absoluto de que se puede superar cualquier obstáculo aunque todo parezca ponerse en contra.
En realidad, la parte entusiasta es la mejor versión de uno mismo.
El entusiasmo, si es auténtico, se transmite vía aérea.
Mi intención en estos momentos es iniciar el contagio.