miércoles, 13 de noviembre de 2013

SIN OBJECIÓN ALGUNA

Anónimo pregunta: ¿Primero ama lo que haces y luego haz lo que amas?, ¿al revés?, ¿cómo relacionar ambas cuestiones? y a mí se me ocurre al leer estas palabras, que yo, en ocasiones, he sido feliz en un tanatorio y muy desdichada en una boda. He llorado de emoción después de caminar varios kilómetros con los pies llenos de ampollas en el camino de Santiago y sin embargo me he sentido miserable en muchas fiestas.
Cuando estoy bien, amo cada mota de polvo en suspensión. Por el contrario, cuando mis emociones se confabulan contra mí, detesto el erróneo planteamiento de esta existencia, que en esos momentos considero completamente absurda.
Si no soy capaz de aceptar los imprevistos, me sentiré desgraciada en las islas Seychelles si despierto con una erupción cutánea. Si personalizo los ataques de los demás, visitaré el infierno aunque sea la primera violonchelista de la orquesta filarmónica de Viena. Si tengo expectativas, me defraudarán los resultados. Si mi alegría depende de condicionamientos externos, la tristeza estará asegurada a la vuelta de la esquina.
Dicen que las cosas no son como son, sino como tú eres.
Desde ti surge el mundo que habitas.
Creo que lo que yo amo es la verdad, independientemente de lo que esté haciendo. Es lo que me encontré en el velatorio, cuando algunos sentimientos eran tan auténticos que me sentía feliz de poder experimentar tanta cercanía hacia otro ser humano.
Busco tal verdad en mí. A veces la encuentro. Suele estar al fondo de mi mente, detrás de un montón de objeciones e inconvenientes. Cuando retiro estos, asoma entonces esa veracidad, y lo primero que hace es invitarme a jugar.
A veces acepto, y me encuentro al amor como compañero de juego. Una vez juntos, cualquier actividad es una fiesta.