jueves, 22 de diciembre de 2016

Navidad sin estrenar

Me dispongo a entrar en la Navidad con mi infancia pegada a la piel. Sin ella no me dejarían pasar.
Cierro la puerta del futuro y con el cielo alrededor me siento tranquilamente a recuperar toda esperanza. 
Me acompaña una sonrisa que no tiene motivos para desaparecer. 
Enciendo las luces del árbol y todos los recuerdos de mi niñez salen de la memoria y se agolpan ante mí queriendo, cada uno de ellos, sobresalir. Me pongo triste y alegre, al mismo tiempo.
Una pesarosa melancolía está a punto de descender por mi garganta. La niña que fui me sugiere que respire varias veces y en cada exhalación me vaya desprendiendo de tan pegajosa emoción.
La vida me premia por tal hazaña y no se le ocurre otra cosa que hacer visible al amor en el salón de mi casa.
Es este amor el que a continuación me abraza de la misma manera que lo hacía entonces, cuando en el calcetín colgado de la pared cabían todas las posibilidades.
Y así, tan bien acompañada, me introduzco en esta Navidad por estrenar, sin esperar nada.
Solo el amor que yo sea capaz de sentir me brindará paz, que es lo único que en verdad anhelo.



"Todo es ceremonia en el jardín salvaje de la infancia". 

                                                Pablo Neruda.