martes, 14 de abril de 2015

ME VOLVÍ AGRADECIDA


Me declaro excéntrica. Me retiro del centro desde el que pensé que era pensar lo que necesitaba.
Ya no admito ser un cuerpo que nace, se reproduce y muere.
No creo en un tiempo lineal que se mueve hacia delante.
Discrepo de la mayor parte de lo que escucho.
Me muevo en círculos alrededor de un par de ideas inquietantes para un ego que no admite ser aniquilado.
Me mantengo expectante ante el sorprendente planteamiento de que mi única función aquí sea ser feliz.
Mi concepción de la felicidad ha girado tres veces, trescientos sesenta grados. Ahora es una posibilidad que revolotea a veces alrededor de mi cabeza y hace que por ejemplo una hormiga, se detenga a mirarme complacida.
Osaría decirte que tú y yo procedemos de una misma célula que se diversificó para conocerse sin límites.
Memoricé mil géneros  y especies de  plantas y animales para aprobar unas asignaturas. Olvidé sus nombres pero accedí a amarlos a ambos, cuando los sentí  hermanos.
Di en hablar demasiado y mi voz se fue quebrando. La música que alguien compuso sin mediar intelecto, se coló con suavidad en el lugar que antes ocupaban las vanas palabras.
Me jubilo de una mujer muy seria que anhela la jubilación. La niña que soy y fui sabe muy bien cómo divertirse en el trabajo.
A veces regalo tiempo. A cambio se me concede que Paganini con un solo de violín aniquile el devenir de los acontecimientos.
Me volví agradecida y el agradecimiento me condujo hacia un ventanal desde el que podía contemplar el mundo tal como es visto desde arriba, con las emociones allá, al fondo, haciendo de las suyas.
Un gran día el de hoy. Mañana, más de lo mismo.