viernes, 10 de octubre de 2014

El bien es silencioso

Los científicos han demostrado que en un estado de serenidad, la presión arterial disminuye, la mente se relaja y aumenta la efectividad del sistema inmunológico.
Sin embargo, la indignación que se genera como consecuencia de los actos de otras personas, por acontecimientos ajenos a uno mismo, si no se controla de manera adecuada, produce un incremento notable del estrés, que tiene como consecuencia una deficiente respuesta frente al desafío de bacterias y virus invasores.
Es decir, existen más posibilidades de enfermar, después de que un estado previo de una justa indignación, se haya convertido en ira.
Las hormonas que se liberan con el estrés que provoca la ira: adrenalina, noradrenalina y cortisol- entre otras- obstaculizan la función de las células inmunológicas (Goleman, 1996).
La indignación, como reacción espontánea, puede derivar desde la ecuanimidad y la serenidad, en el motor predominante de la acción y el pensamiento.
El bien es silencioso, maneja hilos invisibles.