miércoles, 4 de junio de 2014

Nunca volveré a ser joven para siempre...

Las canas se empecinan en entremezclarse con mi pelo. Comienza la cuenta atrás. Ya nunca volveré a ser joven para siempre, jaja... Mi juventud duró bastante, me dio tiempo a hacer las suficientes estupideces como para dar por terminado el ciclo: fumé demasiado y sin ganas la mayoría de las veces, bebí presa del desánimo y el alcohol no supo crearme un nuevo carácter, vestí minifaldas imposibles y tacones insufribles sin lograr perder el zapato que me convertiría en princesa, me tosté al sol, vuelta y vuelta, imité el peinado de otras soportando un flequillo que me producía urticaria, no fui feliz ni un solo día pero jugué a que sí, no quise realmente a nadie y menos a mí persona y en un momento dado al darme cuenta creo que lloré arrepentida porque me había prometido ser feliz y al final no cumplí tal promesa, ocurrió que pasé de largo por mi juventud sin tenerme en cuenta y me encontré sin más instalada en la edad adulta, sin tener que simular ni parecer, ¡qué maravilla el cambio de tercio! ya solo me resta recuperar la alegría que perdí en el transcurso de la mocedad y una vez transformado el talante no volver a mirar hacia atrás no vaya a ser que me dé por inyectarme bótox y tratar de aparentar aquellos treinta que tan infeliz me hicieron cuando pensaba que el sufrir era parte de mi encanto.