martes, 26 de mayo de 2015

SIEMPRE LA VIDA

Me vigilo muy de cerca, no vaya a ser que de nuevo me dé por olvidarme de mí misma.
Tantos años sin mí, echándome de menos, me han enseñando a apreciar de veras, mi presencia.
Me comparto ahora con todo lo que está vivo, un arbusto en mi jardín es tan yo como estas manos que tratan de describir lo que está suponiendo conocerme.
Me estremece acariciar un árbol, sé de su afán por seguir siendo, anclado al suelo, interactuando con el sol y la tierra, mientras yo, a su lado, trato de no empeñarme en ser una persona; sé que ser alguien es mucho menos que ser todo, y una vez descubierta la totalidad ya no me conformo con menos.
Puedo ser música en el aire y dejar las preocupaciones a ras del suelo. Puedo empezar a percibir lo que más me conviene, que es todo aquello que a ti no te haga daño.
Convivo con un cuerpo capaz de palpitar en presencia de la armonía, ¿por qué negarle tal experiencia?
Saco de mi interior todo lo que poseo para que no enmohezca sin haberlo compartido (aunque el moho y yo somos en realidad lo mismo).
Me chiflo un rato, escucho un par de cuencos tibetanos en mi ordenador con los ojos cerrados y luego regreso a batir un huevo para hacer una tortilla.
No sé por qué estoy viva, pero es emocionante.


martes, 19 de mayo de 2015

¿Tendrá Dios internet?

Leo en un periódico que toda la información generada desde que comenzó la humanidad hasta el 2003 cabe en cinco exabytes, cuando el tamaño actual de internet parece ser que se estima en quinientas de estas extrañas unidades de almacenamiento, donde se guardan, cada minuto, doscientos millones de mails, cien mil mensajes en twitter y dos millones de consultas a Google.
Desde que comenzó mi participación en este juego cósmico de la existencia, he ido tejiendo una historia personal, con decenas de tios y primos, unos padres, dos hermanos, ilusiones, proyectos, decepciones, un marido, un ex marido, al fin un hombre que me ama, dos hijos, una perrita, una hipoteca, una amiga celosa de mi destino, poco tiempo casi siempre, alumnos inolvidables, buena salud, cierta tendencia a creer en lo inefable, un jardín, ropa de Zara, un abono de metro, asombro, tristeza, isntinto maternal, pasión por las palabras, y¡ tanto que podría recordar! ... todo ello comprimido en cinco exabytes, junto a las aventuras y desventuras del resto de los mortales que han poblado este planeta antes de que se crearan facebook, twitter o youtube.
¿Qué hacer con el amor que sientes, si no se lo cuentas a nadie a través de un teclado?, ¿se pierde?, ¿o se expande, se multiplica, y crece de manera exponencial, tanto si se registra como si no?
¿Quién está a cargo de todo esto?, ¿tendrá Dios internet?
(Busco el significado de la palabra Dios en Google: ser eterno, sobrenatural y único que ha creado el universo y controla todo lo existente)
¡Genial, tiene internet! 
:)

viernes, 8 de mayo de 2015

¡AY, VIDA, QUÉ POCO TE CONOZCO!

¡Ay, vida, qué poco te conozco!, te defino con fecha de caducidad, a ti que inventaste el infinito.
Cuando me instalo en la mente no te siento... ¡Ay, vida! sin ti me muero, pero aprendí a vivir muerta.
A veces te veo, radiante, cuando cierro los ojos y le sonrío a mi suerte. Si los mantengo abiertos, me deslumbras y me pierdo, no soy capaz de asumir lo que no entiendo. Para mitigar mi pena, un músico me cuenta con sus palabras de viento, que no es en el pensar donde voy a encontrarte. Vuelvo a cerrar los ojos y ahí estás, sosteniendo mi cuerpo en el aire, tratando de moverme al ritmo de la sencillez.
¡Ay, vida,  matemáticas, armonía!, tú me enseñas a despejar toda incógnita, basta con que yo me vuelva ingeniosa y leve. Perspicaz e inteligente, si te contemplo.
Te abandoné, me engañó la mente. Te quedaste tan cerca, esperándome, que solo he tenido que mover un milímetro mi cabeza para volver a respirarte.
¡Ay, vida!, tú que sabes hablar idiomas y silencio, bailar y detener el tiempo, enséñame a aprender a conocerte.



lunes, 4 de mayo de 2015

¡BIENVENIDO A MI FIESTA!

Fiesta en casa. Once personas. Treinta años sin verte. Comida, abrazos y alcohol. ¿Quieres más paella?, ¿te pongo otra cerveza?... No me encuentro pero estoy en paz. Escucho fragmentos de vidas ajenas, me dedico a descifrar lo que hay detrás de cada gesto y veo, como siempre, las emociones embriagadas en vino blanco y también tinto, mezcladas con cariño y desencuentros. Todo cabe en siete horas de mesa y sobremesa.
El bebé llora, se rompe una silla, humo de tabaco, nostalgia, recuerdos... Queda prohibido el silencio, que nadie muestre un ápice de tristeza, si te descolocas bebe un poco más.
¿Ya no bebes? No, gracias. ¿Ya no fumas? No, gracias. Apenas hablas...
Todo sucede aquí adentro, entre mi vientre, mi corazón y mi garganta. Más amor que desconcierto.
Celebro la vida que inunda esta casa. Tus sesenta y tantos años y los quince días de ese ser diminuto que duerme en brazos de su abuela.
Me reconforta haberte dado todo lo que tengo y si no fue así, vuelve otro día, porque te lo debo.