miércoles, 29 de enero de 2014

La compasión no es pena.

Un día aprendí que la compasión no es pena.
Es un elevado sentimiento, es ponerse en el lugar del otro y acompañarle en su aflicción, sabiendo que es un igual.
La compasión hacia el afligido no empequeñece a éste, le dignifica y engrandece asímismo al compasivo.
La compasión es amor, no es otra cosa.
La pena, por el contrario, está fabricada de miedo. Es el ego tratando de colocarse por encima de aquél que sufre. La pena separa, y produce rabia en el sujeto digno de lástima.

Dicen que había un ciego pidiendo en la calle con un cartel que rezaba: " Por favor ayúdenme, soy ciego" y al lado un cestillo con muy poco dinero.
Pasaba por allí camino del trabajo un ser compasivo y al ver la exigua cantidad de monedas que contenía el cesto, le dio la vuelta al cartón y escribió algo.
Cuando este hombre regresó a su casa al final de la tarde, pudo ver que delante del ciego había una bonita cantidad de monedas.
¿Qué había escrito en el cartel?:
"Ya es primavera y yo no puedo verla"