viernes, 27 de mayo de 2016

MUERTE Y VIDA

La muerte llega de vez en cuando de visita. Salgo asustada a recibirla dudando si permitirle la entrada pero enseguida abre la puerta la vida, y me la mete en casa. Se ponen a charlar las dos, como viejas amigas.
Parece disfrutar la vida con este encuentro, yo no comprendo nada, ¿no son mortales enemigas?
Me siento frente a ellas, a escuchar.
La vida parece muy interesada en el discurso de la experta en aniquilación y yo no salgo de mi asombro al ver el cariño con que la mira. ¿Morirse no es lo peor?
Deseando estoy de que se vaya para preguntarle a mi confidente qué es lo que sabe acerca de la homicida.
Al fin parece que se despiden, pero con un "hasta pronto", parece que no me libro de esta incómoda presencia.
Me mira la vida a los ojos, después de cerrar la puerta. En ellos veo un horizonte que se va extendiendo sin límites.Veo a todos mis pensamientos, en conjunto, en el interior de una burbuja, alejándose hacia arriba. Veo un conocimiento que se despliega ante mí dispuesto a ser mi maestro. Veo al tiempo deslizarse por una rendija y me quedo colgada de este instante sin atisbo de futuro. Veo un infinito caudal de confianza que empieza a derramarse sobre mi cabeza. Veo un final y un principio, y otro final y otro empezar de nuevo... y no siento vértigo.
He visto todo aquello que se ve cuando se mira sin miedo.¡Es tan perfecto y tan bello!
Gracias vida. Gracias muerte.



viernes, 6 de mayo de 2016

LA BONDAD



Leí hace unos cuantos años: "conviértete en esa persona que nunca nadie imaginó que pudieras llegar a ser"
¡Uf, qué ansiedad! ¿qué podía hacer?
¿Escribir libros?, ¿dar conferencias?, tenía que hacerme famosa, sorprender, brillar...
Participé en todo tipo de experiencias encaminadas a descubrir poderes ocultos en mi interior.Y entretando la vida fue diseñando un interesante tramo de vida que me iba a colocar delante.
En lugar de permitirme lograr fama y reconocimiento me puso a cuidar de varios seres necesitados de mi tiempo y mi compasión.
En algún momento, me rendí. 
Pasados unos años leí estas palabras de Nelson Mandela:
"...No es un acto iluminado encogerse para que las otras personas a nuestro alrededor no se sientan inseguras.
Cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente le damos permiso a la otra gente para que haga lo mismo. A medida que nos liberamos de nuestro propio temor, nuestra presencia automáticamente libera a los demás".

Me di cuenta entonces de que la luz que brillaba en mí solo estaba fabricada de bondad.

miércoles, 4 de mayo de 2016

LA MEJOR ESCUELA, TU CASA

Mi madre ha perdido por completo la memoria a corto plazo. Y yo que podría perder la paciencia o la cordura, he decidido perder la intolerancia.
Anoche veíamos ella y yo un programa-concurso de televisión llamado "Pasapalabra", en el que dos concursantes han de responder en un tiempo determinado a una serie de preguntas que aparecen en una rueda, señaladas de la A a la Z. Cuando no conocen la respuesta han de decir: "pasapalabra".
Al finalizar una vuelta completa, el presentador repite de nuevo las preguntas que no fueron contestadas.
El concursante para ahorrar tiempo suele decir: "pasapalabra" sin dejar que el presentador termine la pregunta.
Empiezan de nuevo en la A.
Mi madre exclama: ¡pero si no le ha dejado preguntar!
Yo le explico: mamá, es la segunda vuelta, casi no les queda tiempo, y ya saben cuál es la pregunta porque la escucharon antes, ¿comprendes?
-Ah, bueno, hija, es que no sabía yo eso, ahora ya lo sé.
El presentador continúa con la B.
Concursante (sin dejar completar la pregunta al presentador): ¡pasapalabra!
Mi madre: ¡pero si no sabe lo qué le han preguntado!
Yo: mamá, ya te lo he dicho antes, ya sabe la pregunta, y mira, ese número de ahí son los minutos que les quedan, tiene que decir pasapalabra muy rápido para no perder tiempo.
Vamos a la C.
Mi madre: ¡pero cómo va a responder si no escucha la pregunta!
Yo: (levantando un poquito la voz) ¡mamá, por Dios! te lo acabo de explicar, ya saben la pregunta, esta es la segunda vuelta.
Pasamos a la D,E, F...etc.
Mi madre:¡no le dejan que termine la pregunta y ya quieren contestar!
Yo: respiro profundamente y guardo silencio. (parece increíble, si le pregunto por el nombre de sus profesoras del colegio me los dice con dos apellidos)
-¿Dónde está el baño, hija?
-¿Dónde duermo, hija?
-¿Ahora qué hago, hija?
Si contesto a cada una de estas preguntas en el momento presente sin ningún tipo de idea prefijada, todo funciona a la perfección. Mi madre es una persona muy dócil, con muy buen carácter. Pero me desespera su ineficacia.
Su desvalimiento me está enseñando a mí, a vivir con otro ritmo. A anteponer el cariño a la efectividad.
No le está resultando nada fácil a mi carácter aceptar estas pruebas. Al personaje controlador que hay en mí, no le gustan los errores.
Pierdo la paciencia en muchas ocasiones.
Le ayudo a acostarse, ella exclama: ¡gracias, cielo! y yo me siento culpable de no ser más cariñosa.
¡Todo un aprendizaje de vida!
Aún no he aprobado este curso intensivo de tolerancia.
Cuando lo supere, haré un master en dulzura.
Son gratis.