miércoles, 12 de junio de 2013

Desaprender y volver a aprender

Aprendí a no ser espontánea, para no decir lo que no debía según aquellos que nunca dijeron lo que quisieron decir. Aprendí a vivir poniendo una cara muy seria, para demostrarle a unos cuantos que no tenía muchos motivos para reír. Aprendí a decir sí y al mismo tiempo amordazar mi cuerpo para que éste no mostrara mi inmenso NO. Aprendí a reírle las gracias a todo aquél que se creía gracioso.
Aprendí a jugar al póquer, para sentirme poderosa y masculina y poder de esta manera controlar las lágrimas que era incapaz de derramar. Aprendí a estar al lado de algunos mucho más tiempo del que hubiera deseado, teniendo en cuenta que hacían caso omiso de mi presencia. Aprendí a dedicarme a mí muy poco tiempo, viviendo a expensas de las necesidades de otros. Aprendí a beber más de la cuenta y a perder la dignidad unas cuantas veces, pensando que total, mi caso, no tenía remedio. Aprendí a anular mi lenguaje corporal, a evitar los abrazos y las caricias, para, de este modo y protegida del amor, poder guarecerme en el interior de mi melancolía. Aprendí a convivir con un nudo en la garganta, opresión en el pecho y tensión en la mandíbula. Aprendí a no expresar nunca lo que sentía. Aprendí a vivir sintiendo que me iba muriendo de tristeza.
Alvin Toffler dice que los analfabetos del siglo XXI, no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender lo aprendido y volver a aprender.
He desaprendido casi todo lo que aprendí. No quiero ser una analfabeta en este siglo. Ahora me toca aprender a alinear mi mente, mi cuerpo y mi espíritu de manera que todo mi ser se exprese en todo momento desde la única verdad que yo soy.
Y me tocará aprender después a tomarme esta vida menos en serio y a no escribir frases tan grandilocuentes, jajaja...