martes, 22 de abril de 2014

Se me da bien hacer llorar

Viniste a verme después de mucho tiempo y comentaste bromeando: ¿Voy preparando el kleenex?
Se me da bien hacer llorar. Me encanta observar cómo van saliendo las lágrimas en los ojos del interlocutor, producto de su rendición ante mi implacable decisión de indagar en la tristeza que suele estar enmascarada muchas veces detrás de la rabia.
Lo hice conmigo de forma obsesiva durante mucho tiempo, hasta conocer el más recóndito de los agujeros negros de mi vacilante conciencia y ahora me resulta muy fácil acceder a los del otro y hacerle ver lo que lleva escrito en la frente: aquello que trata de ocultarle al mundo y a sí mism@ por miedo a mostrarse demasiado vulnerable, logrando de este modo la acumulación de una basura emocional que yo gustosamente trato de ayudarle a eliminar.
Te regalé palabras y me ofreciste a cambio unas sinceras lágrimas y un largo y sentido abrazo, ¡qué hermoso trueque!


miércoles, 2 de abril de 2014

CAMINANDO...

En ocasiones me ausento de mí y descanso.
Desestimando el contenido de mi mente, observo con los ojos cerrados el acompasado vaivén de la respiración, no me queda más remedio, soy mujer y por lo tanto, demasiado intensa como para permanecer en mi compañía todo el tiempo. Convivo con cien o tal vez cien mil aspectos distintos de mi persona y cuantos más intento conocer, más se diversifican. No es inteligencia, es tal vez locura, pero me gusta.
Estreno una nueva personalidad cada día, tal vez no te interese la que elegí hoy pero no importa, la cambiaré mañana.
Cuando estoy a punto de aprender a jugar, a la vida le da por cambiar las reglas del juego y he de empezar de cero.
No soy feliz porque si lo fuera sería por algo y ese mismo algo, al desaparecer, me dejaría sumida en la tristeza.
Conocí la serenidad y fue entonces cuando concebí la existencia del paraíso.
No tengo muchos amigos, aunque facebook opine lo contrario, y los que tengo me engrandecen tanto que sería absurdo querer seguir aumentando de tamaño.
A diario perturbo la realidad porque la rutina anestesia mi conciencia.
No me hables del mundo, cuéntame cualquier cosa acerca de ti siempre que introduzcas pasión en el monólogo, lo que me revitaliza es tu vitalidad.
¡Podría enfadarme tanto la vida! de hecho lo logró en multitud de ocasiones, sé que fue sin intención, por eso le perdono, ahora nos llevamos mucho mejor la vida y yo, cuanto más la conozco, más asombro me provoca.
Intenté varios atajos para llegar antes, nunca llegué porque a ningún sitio había que llegar. Camino sin prisa intentando pasar más tiempo en un solo instante.
Si me buscas me encontrarás, te estaba esperando.