martes, 14 de enero de 2014

Ya no viviré en Detroit

Leo en el periódico que en Detroit hay barrios enteros deshabitados debido a la crisis económica y que el ayuntamiento de la ciudad ha puesto en marcha un plan de rehabilitación de uno de ellos, con la intención de crear un distrito de escritores. Han hecho un llamamiento a gente de todo el mundo que se dedique a escribir, ofrecen una casa gratis durante dos años que regalan pasado este tiempo si uno muestra la intención de instalarse con carácter definitivo en la ciudad. Eso sí, tienes que demostrar que no tienes trabajo, así es que después de imaginarme meciéndome de noche en un balancín del porche de una casa con paredes de pladur, con un rectángulo de jardín enfrente, un Maverick del 73 delante de la puerta del garaje y unos vecinos algo obesos y encantadores que me agasajarían al llegar con una cesta llena de dulces, decido que mejor pienso en otra cosa. ¿Qué podría hacer? cuando hago algo nuevo, descubro zonas sin estrenar en mi cerebro. ¿Uno se vende por dinero? (mi prima Cristina me contestaría que sí), dicen que Mozart lo hizo, se vendió por un puesto fijo que le ofreció el emperador José II, como compositor de cámara, trabajo que no le producía ningún entusiasmo, por lo que el músico comentó: "Me pagan demasiado para lo que hago y demasiado poco para lo que podría hacer". ¨Lo que podría hacer... sin ánimo de equipararnos con Mozart, me entusiasma la idea de que todos disponemos de un potencial creativo que en cualquier momento se puede manifestar, surgiendo entonces una viveza o animación que nos sorprendería a nosotros mismos.
Yo me vendo por dinero, por un trabajo fijo, igual que Mozart, pero algunos de mis alumnos son tan especiales, están tan llenos de vida, que en su presencia siento que explicar la difusión de gases en sangre puede ser tan estimulante como viajar a Detroit o componer la sinfonía número 41 en do mayor de Mozart.