jueves, 17 de octubre de 2013

A mi madre

Me enfado con mi madre porque a veces me desespera que no tenga memoria, que se olvide de ducharse o de ponerse unos calcetines. Me enfado con ella y después conmigo por no ser capaz de tener suficiente paciencia y compasión para aceptar que aquella mujer diligente y activa que fue, ya no esta aquí. Tiene noventa y un años y a veces no reconozco en ella nada de mi madre, lo que me produce una mezcla de melancolía, tristeza y rabia.
Debería ser más cariñosa con ella- me digo a mí misma. Cada día me propongo ser menos exigente, más tolerante, y también cada día me doy cuenta de lo difícil que me resulta aceptar la pérdida de aquella mujer que no podía dormir si a mí me ocurría algo y era capaz de hacer cualquier sacrificio por mis hijos.
Ayer fue uno de esos días en los que perdí la paciencia y hoy me levanté con el firme propósito de cambiar en adelante, mi actitud con ella.
Mientras le preparaba el desayuno, tarareaba yo una canción de Mecano, y ella exclamó: "Qué bonito es oírte cantar por la mañana, hija" y al colocarle la taza de leche delante, añadió: "No me des el desayuno ahora porque si como, no puedo escucharte" yo me reí y le dije: "mamá, soy yo la que no puede cantar y comer al mismo tiempo, pero tú si puedes comer mientras me escuchas"
-Ah, bueno, es que me gusta mucho lo que cantas, es un canto religioso, ¿verdad?
-No la contradije esta vez, no le dije que era "mujer contra mujer" de Mecano. Me callé y seguí tarareando la canción mientras vaciaba el lavaplatos.
-Qué bonito, es un canto religioso de alabanza a Dios por todo lo que tienes, ¿verdad, hija?
Me emocionaron sus palabras, no suele hablar en ese tono tan solemne. Me acerqué a ella y la abracé. Hacía tiempo que no la abrazaba. Ella, muy tranquila, me miró y dijo: "yo también tengo que dar gracias por todo lo que tengo, por como me cuidáis en esta casa, no podría estar en mejor sitio"
Si hoy he conseguido ser un poquito mejor que ayer, se lo debo a ella.