martes, 7 de abril de 2015

¿ EXISTEN LOS LÍMITES?

Mi padre nunca hizo deporte, fue un niño más bien debilucho, según me dijo en cierta ocasión. Pero le entusiasmaba ver tenis o atletismo por televisión. Pasaba horas y horas presenciando un interminable partido de Nadal contra Federer.
Supongo que la falta de fortaleza física debió ser una de sus mayores frustraciones.
Anoche, en mi sueño, apareció jugando al tenis con uno de mis hermanos, con una vitalidad sorprendente, como un auténtico profesional. Tenía unos cuarenta años, la pista estaba situada en el portal de su casa.  Jugaba situado en la acera, la red estaba colocada en mitad del vestíbulo de entrada, y mi hermano al pie de las escaleras.
Yo le comentaba que los vecinos iban a protestar, pero él- que siempre fue muy exagerado en el tema de evitar molestias al prójimo- me contestó que no me preocupara, que no pasaba nada, y continuó dando raquetazos del derecho y del revés riéndose a carcajadas.
Me he despertado sintiendo aún la extraordinaria fuerza de sus brazos golpeando la pelota. La sensación era tan real que sé que a partir de ahora, en el reducto de mi memoria donde anida su recuerdo, voy a añadir a su biografía la faceta de tenista.
Puede que el contenido del sueño sea algo irreal o que lo ilusorio sea por el contrario esta fase de vigilia, siendo lo verdaderamente real aquello que acontece durante la noche. Supongo que nunca nos lo dirá nigún investigador, porque si fuera cierta la segunda opción, supondría que el citado investigador  no existe en absoluto.
Yo he estado esta noche con un padre joven y vital y la sensación que me ha quedado es de profunda alegría. Si no existo aquí, si solo soy una ilusión en la mente de otros, al menos existe una hija de padre tenista que maneja a su antojo el espacio y el tiempo, y rejuvenece a quién le viene en gana o vuela agitando los brazos. La mente en modo "SIN LÍMITES" es fantástica.
Y si no existieran ninguna de las dos porque todo esto fuera un "juego cósmico"-opción por la que me decanto si me dan a elegir- al menos disfruto derribando fronteras mentales, gozando de nuevas realidades que mi cerebro parecía incapaz de concebir.