Cada día en internet se observan vídeos de gatos, de
perros, de bailarines, de cómo hacer moños, tartas y adornos, fotos de
viajes, frases de maestros, quejas, lamentos, paisajes, bodas, grandes ideas, famosos
casados, premiados,
divorciados... todo se bate con las emociones, se mezcla, se gasta, va
cayendo en la nada y comienza de nuevo.
Y yo que necesito algo más, aprovechando que te tengo delante te pregunto: ¿por qué estás tan triste?, ¿por qué has vuelto a tomar antibióticos?, ¿por qué estás tan enfadado?, ¿por qué tienes insomnio?... Siempre tengo una pregunta y tú a veces— si tengo suerte— me regalas una respuesta verdadera.
Solo así sé quién eres. No me bastan las fotos de tu verano en la playa o de tu mascota. No te conozco por mucho que te prodigues en comentarios sobre política o arte. Necesito saber qué es lo que sientes mientras el mundo te entretiene. No me cuentes lo que hiciste ayer, dime qué te emocionó o por qué hubieras llorado. Solo así sé quién eres.