domingo, 23 de octubre de 2016

Lo extraordinario

O todo es un milagro o nada es un milagro-dijo alguien.
O todo es raro o extraordinario, o nada lo es.
De todas las definiciones de extraordinario, decido escoger ésta: mejor que lo normal.
¿Qué es normal?: corriente, habitual, que no llama la atención ni se sale de lo ordinario.
Por lo tanto, si todo es un milagro, todo tendría que salirse de lo ordinario, llamar la atención, no ser habitual, no ser corriente... 
Yo nací para creer en los milagros. Lo corriente me encoge, me comprime.
Nací para salirme de lo ordinario. Lo habitual no revela, no propaga. 
La revelación, el descubrimiento de algo secreto, es el único motor que equilibra mi metabolismo.
Mis ojos no ven lo que hay detrás, por eso para mirar utilizo mejor la perspicacia.
Nací para desvelar. Para permanecer atenta y despertar. 
Es realmente extraordinario creer en lo extraordinario. 
Lo insólito, cuando sabe que lo estás observando, se recrea en sí mismo y se expande ante tus ojos para mostrarte su infinitud.
No te pienses. Lo excepcional no va a crearse en tu mente. 
Emana del asombro.
Has de admirar por tanto, profundamente, la vida.








 

martes, 4 de octubre de 2016

¡Mamá!

Alguien me ha regalado hoy unas palabras. Ha sido justo en ese instante en el que yo casi caigo en la tentación de entristecerme. Digo casi porque la sabiduría del sabio santo se unió a mi intención de sonreírle a ese momento en el que me disponía a recoger varios objetos que eran tan tuyos, que en lugar de depositarlos sobre una superficie material, deseaba yo introducirlos en algún lugar de mi anatomía o mi fisiología para que pasaran a formar parte de mi esencia, porque ¡eres tan mía, mamá!... y sin saber qué hacer con tus gafas de cerca o la goma con la que borrabas el lápiz, he sentido que quería exclamar en voz alta: "Mamá, cuánto me ha costado cuidarte estos últimos meses, estos últimos años..." porque morirse despacito, de a poquitos, es lo que tiene, me ha dado tiempo a tenerte mucho tiempo; tú ya no podías cuidar de ti y yo a duras penas lo hacia medianamente bien.
Me enseñabas a ser paciente y yo impaciente me rebelaba muchas veces ante tu enseñanza. El sabio dice:"La muerte no es nada, solo he pasado a la habitación de al lado..."
Me rodeas, mamá, la habitación de al lado es todo lo que percibo, con los ojos abiertos y con ellos cerrados.
Contínúa el sabio: "Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra... ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?..."
Tu nombre, mamá, es éste. No tomo un aire solemne y triste al pronunciarlo porque no estás fuera de mi mente. ¡Eres tan mía, mamá!, nueves meses en tu interior y el resto del tiempo: dentro, fuera y en medio de tu ser.
 ..."No lloréis si me amabais. ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!"
Sí puedo, ¿verdad mamá?: ver los nuevos senderos por los que caminas y contemplar la belleza que tú ahora contemplas...
Sí puedo, ¿verdad mamá?