martes, 14 de mayo de 2013

Este lugar no es lo que parece

Yo era pequeña, no tendría más de ocho años, caminaba por un pequeño bosque junto a un batallón formado por mi tía Carlina, directora de la expedición, y un nutrido grupo de niños entre los que se encontraban mis hermanos y una recua de primos de todas las edades. Mi tía nos iba contando que en ese lugar habitaban unos duendes diminutos con poderes especiales a quienes agradaban sobre todo la compañía de los niños, igual que a las hadas (por su pureza de corazón)... y que si estábamos calladitos podíamos entrar en contacto con ellos, por lo que avanzábamos en silencio, con cara de susto los más pequeños, los ojos muy abiertos y los hombros encogidos, atentos a cualquier señal... Había una vegetación suave y alta que nos hacía cosquillas en las piernas, era al atardecer, lo último que escuché fue que Carlina nos decía: ya están aquí, preparaos...el tiempo desapareció, me envolvió una especie de niebla y...
Olvidé esta historia durante años. La recordé no hace mucho tiempo, cuando empecé a recuperar la inocencia de entonces. Algo ocurrió en mí aquél día.
Tal vez esos pequeños duendes me mostraron lo que hay al otro lado y me enseñaron el lenguaje de los sueños. Y ahora que he vuelto a recordarlo todo, puedo decirte que este lugar no es lo que parece...hay una intensa luz un poco más allá del escepticismo...