martes, 24 de diciembre de 2013

La benevolente bondad

Estoy rodeada de bondad. Hay personas buenas en mi casa. Tal vez siempre haya sido asi, y era yo incapaz de verlo:
Esperé la llegada del amor, sentada, arrogante, al lado de mi intransigencia. Esperé que me colmaran de atenciones, mientras les mostraba sus defectos. Esperé un instante perfecto, dando por sentado que nadie daba la talla. Esperé estar en el lugar adecuado, en el momento correcto y me encontré lejos de casa la mayor parte del tiempo. Esperé que tú pudieras contrarrestar mi pena y aunque hubieras podido, no me habría parecido suficiente. Esperé que llegaran tiempos mejores y fueron más de lo mismo. Esperé tener mejor carácter para reirme más tiempo. Esperé que tu cambiaras mi vida, porque incapaz de amar, te hice a ti responsable de mi suerte. Esperé que todos los demás se dieran cuenta de mi necesidad de afecto, mientras mis brazos cruzados se negaban a regalar una caricia. Esperé y esperé que ocurriera algo... Y la benevolente bondad comenzó a tejer una red alrededor de mi persona. La miré de frente y le pregunté por qué lo hacía, me respondió que había llegado el momento de ser solo buena.
Es Navidad. Puede que ensaye su propuesta.