miércoles, 4 de mayo de 2016

LA MEJOR ESCUELA, TU CASA

Mi madre ha perdido por completo la memoria a corto plazo. Y yo que podría perder la paciencia o la cordura, he decidido perder la intolerancia.
Anoche veíamos ella y yo un programa-concurso de televisión llamado "Pasapalabra", en el que dos concursantes han de responder en un tiempo determinado a una serie de preguntas que aparecen en una rueda, señaladas de la A a la Z. Cuando no conocen la respuesta han de decir: "pasapalabra".
Al finalizar una vuelta completa, el presentador repite de nuevo las preguntas que no fueron contestadas.
El concursante para ahorrar tiempo suele decir: "pasapalabra" sin dejar que el presentador termine la pregunta.
Empiezan de nuevo en la A.
Mi madre exclama: ¡pero si no le ha dejado preguntar!
Yo le explico: mamá, es la segunda vuelta, casi no les queda tiempo, y ya saben cuál es la pregunta porque la escucharon antes, ¿comprendes?
-Ah, bueno, hija, es que no sabía yo eso, ahora ya lo sé.
El presentador continúa con la B.
Concursante (sin dejar completar la pregunta al presentador): ¡pasapalabra!
Mi madre: ¡pero si no sabe lo qué le han preguntado!
Yo: mamá, ya te lo he dicho antes, ya sabe la pregunta, y mira, ese número de ahí son los minutos que les quedan, tiene que decir pasapalabra muy rápido para no perder tiempo.
Vamos a la C.
Mi madre: ¡pero cómo va a responder si no escucha la pregunta!
Yo: (levantando un poquito la voz) ¡mamá, por Dios! te lo acabo de explicar, ya saben la pregunta, esta es la segunda vuelta.
Pasamos a la D,E, F...etc.
Mi madre:¡no le dejan que termine la pregunta y ya quieren contestar!
Yo: respiro profundamente y guardo silencio. (parece increíble, si le pregunto por el nombre de sus profesoras del colegio me los dice con dos apellidos)
-¿Dónde está el baño, hija?
-¿Dónde duermo, hija?
-¿Ahora qué hago, hija?
Si contesto a cada una de estas preguntas en el momento presente sin ningún tipo de idea prefijada, todo funciona a la perfección. Mi madre es una persona muy dócil, con muy buen carácter. Pero me desespera su ineficacia.
Su desvalimiento me está enseñando a mí, a vivir con otro ritmo. A anteponer el cariño a la efectividad.
No le está resultando nada fácil a mi carácter aceptar estas pruebas. Al personaje controlador que hay en mí, no le gustan los errores.
Pierdo la paciencia en muchas ocasiones.
Le ayudo a acostarse, ella exclama: ¡gracias, cielo! y yo me siento culpable de no ser más cariñosa.
¡Todo un aprendizaje de vida!
Aún no he aprobado este curso intensivo de tolerancia.
Cuando lo supere, haré un master en dulzura.
Son gratis.