miércoles, 16 de diciembre de 2015

VIVO SIN VIVIR EN MÍ

Atiendo a mi madre, algo desorientada, a las ocho de la mañana, voy a comprar, hago la comida, vuelvo a orientar a mi progenitora, una visita inesperada, hoy tengo mucha prisa, me han puesto una reunión a las dos y media en el trabajo, tengo que ir a casa de mi hijo a por el perro, le mando el libro ya terminado al editor, corrijo un par de frases, cojo el coche, cojo al perro, lo llevo al campo que tengo frente a casa, le tiro una pelota de tenis cuarenta veces, vuelvo a casa, le pongo a toda velocidad un recipiente con agua, contesto un mensaje con mucho interés y muy poco tiempo, imparto instrucciones en casa, engullo más que comer, no sé qué ponerme, cojo el coche, ¡qué mal me ha quedado el pelo!, se me olvida una carpeta, entro otra vez en casa, llego casi tarde a la reunión y bajando unos escalones... me hago un esguince.
Gracias vida por pararme de la mejor manera que sabes.
¡Qué haría yo sin ti!