A
veces, o siempre, me olvido de lo que soy y el mundo aparece como un
escenario fabricado de objetos, que casi pareciera predecible,
obviando, por pura indolencia, el holograma que palpita tras cada una de
las formas que componen esta manifestación. Holograma que Stephen
Hawking describe como objeto tridimensional evolucionando en el tiempo,
lo que lo convierte en cuatridimensional.
Los
ojos se acostumbran a mirar sin ver y los fractales, objetos
geométricos cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a
diferentes escalas, en las flores, en la tela que fabrica una araña, en
la hoja de un árbol, en un fósil..., nos rodean con su perfecta
geometría, aportando belleza a la ya singular apariencia de este
universo actuante.
Entretanto
escucho un violín, y la parte más elevada de mí, lo que denominan:
"higher self" haciéndose consciente de la Conciencia, recuerda las
palabas de Einstein: "Sentir que detrás de cualquier cosa que pueda ser
experimentada existe
un algo que nuestra mente no puede captar, cuya belleza y sublimidad
nos alcanza indirectamente, como un débil reflejo...", el violín ahora
suena acompañado por un piano, y a mi mente llegan unas palabras del
maestro Nisargadatta: "Los sentimientos y la mente, usted los cree
íntimos, pero están fuera", los creía íntimos es verdad, si los sitúo
fuera, ¿qué quedaría dentro?, he dado grandes pasos para llegar hasta
aquí, el paso siguiente parece dificil, suena una orquesta, no me
interesa, me saca de lo sútil, vuelvo al solo de piano y regreso a
Einstein: "Lo que veo en la naturaleza es una magnífica estructura que
nosotros podemos comprender sólo muy imperfectamente, y eso debe llenar a
una persona pensante con sentimientos de humildad", sí podría definirse
como humildad lo que siento al escuchar ahora un violonchelo y
explicarle entretanto a alguien, al otro lado del teléfono, que sería
bueno que tratara de indagar en qué fue de lo mejor de sí mismo; me
escucha y asiente cuando le digo que uno no puede esperar a estar al
borde de la muerte para reflexionar sobre la vida y preguntarse: ¿Por
qué no hice todo aquello que realmente quise hacer?, el piano de
Joachim Goerke suena algo triste, igual que las palabras de un
científico taoista:
"Es como
si uno experimentara la “muerte de Dios” por decreto, y eso produjera la
desaparición del sujeto como
expresión de un espíritu con voluntad creadora...", ahora suena un arpa y
Dios resucita de entre los muertos para confiarme un secreto en labios
de Rumi: "El tú que yo amo, está en todas partes", entro de inmediato
en el holograma del que hablan los físicos, y al mismo tiempo la letra con la que escribo se hace más pequeña sin poder remediarlo, de nuevo el piano, muchas más palabras amables en el fondo de armario de mi cerebro y el resto de mi vida para seguir resucitando a Dios a cada paso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario